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Un último adiós

Monchi rompió el tópico de que las segundas partes no fueron buenas. Un último adiós para el icono más influyente de la historia del Sevilla.

Monchi rompió el tópico de que las segundas partes no fueron buenas. Un último adiós para el icono más influyente de la historia del Sevilla.

Cuando un hijo, irremediablemente, decide irse de casa e independizarse cansado ya de la conflictiva situación hogareña, duele. En esta historia, ese descendiente no fue uno cualquiera. Marcó etapas, brindándole así una vida nueva llena de luz a su familia. Aunque llegase por adopción, no podía casar mejor con las ideologías de su gente, y sus allegados lo cuidaban y arropaban como si de sangre de su sangre se tratase. Un hijo lo sientes como parte de ti, y no hay nada más bonito y verdadero.

Uno de los principios estoicos era el saber dominar la dicotomía del control, y eso la familia debe interiorizarlo. Monchi no es más que ese hijo, y el sevillismo ese abuelo (conquistando Europa con su icónica Vespa) que de guardarle cualquier tipo de rencor a su descendiente por una decisión natural, se las daría a sí mismo de injusto y poco empático. En la propia vida, como ella, todo es pasajero. Pero hay que aprender a estar agradecido porque pasó, no apenarse por ello.

Las despedidas son dolorosas, grises y en muchos casos emotivas. Son la diferencia entre marchar con buen o mal sabor de boca. Pero Monchi siempre fue una excepción para todo, y aunque su salida no haya sido idílica, el fondo era el correcto al contrario que la forma (la cual debe quedar en un segundo plano). No se puede eclipsar el legado de la persona más importante de la historia de un club por un colosal reduccionismo del camino. El de San Fernando lo ha dado todo por el Sevilla y por los suyos. El principal artífice de éxitos y alegrías que se escapaban de la imaginación sevillista hasta hace escasos años. Por eso, a su abuelo no le pueden restar más que eternas palabras de agradecimiento y prosperidad. Deja en la familia una brecha que tendrán que cerrar entre todos, pero el tren de la vida jamás se detiene, y en el mundo del balón el tiempo corre más rápido si cabe.

Monchi en la celebración de la 7ª Europa League. – Getty Images

Hay una vida AM (Antes de Monchi) y otra vida DM (Después de Monchi). La vida DM se siente confusa, lúgubre y neofóbica, pero en ambas hay un denominador común, y es que el Sevillismo se viste de Hércules. Por más que intentan tumbarlo y deshacerse de él, siempre está ahí. Los rojiblancos representan y aguantan todo lo que rodea a las 7 letras, como si de las columnas se tratase. Porque el Sevillismo es el Sevilla, y el Sevilla es del Sevillismo.

Monchi hizo que durante 21 años la primavera reinase en Nervión por todo el curso. Porque la segunda estación del año en Sevilla es alegría, pasión, unión y reencontrarse con uno mismo y con los tuyos. Solo nos queda dar las gracias y si el club no quiere, que sea su gente la que saque al León por la puerta grande del Coliseo, tomado hace escasas semanas. Siempre será un Guardián de Nervión que no puede arrepentirse de este amor. Lo sabe él, y aunque muchos no quieran verlo, lo sabemos todos. Uno di noi. Gracias, Ramón.

 

Imagen principal vía: Getty Images.

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