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Sampaoli y su caballo de Troya

La situación del Sevilla es límite y Sampaoli no consigue trasladar su idea a un equipo a la deriva y pisoteado.

Los más adultos son la fuente de información y sabiduría más fiable para los jóvenes. La experiencia es un grado. Han vivido las situaciones más rocambolescas y poco puede sorprenderles. Cuando les preguntas por la situación del Sevilla, en todas las respuestas hay un denominador común: el olor a descenso. Hay inestabilidad en la administración, manifestaciones multitudinarias y debacle deportivo. Recuerdos de los noventas.

Ayer el Sevilla salió humillado por 6-1 del Cívitas Metropolitano. Partidos como este suelen transformarse en la gota que colma el vaso, en un club normal. Nadie toma el timón en llamas del barco rojiblanco, y el iceberg ya se ve cada vez más cerca. La imagen del club es mugrienta y eso se refleja por todas partes. Hay destellos de luz con un desmarque al espacio de Pape Gueye o el esfuerzo de En-Nesyri pero llega Acuña y rompe en pedazos las instrucciones del entrenador. Hay algunos minutos buenos, y el más tranquilo salta con la sangre hirviendo. Evidente indicio de nerviosismo. El propio entrenador, como un niño, hace que el equipo muestre la forma que le quiere dar, y él mismo la destroza. Es hacer castillos de arena y regarlos con agua. Los padres, mientras los niños juegan, están en un juicio y la familia desestructurándose sin compasión.

Los jugadores no parecen confiar en la idea y tienen sus motivos. Aunque el guion sea digno de una película de terror, el jueves puede que el equipo se mimetice en Europa y no haga el ridículo. No dejaría de ser un espejismo, y la realidad que vive el equipo está más alejada de competiciones continentales que nunca. Hubo un momento en el que parecía que el cielo se había abierto, la tormenta cesado y la calma llegaba, pero un agujero negro ha vuelto a absorber al Sevilla. El nombre de Caparrós es sinónimo de estar pendiendo de un hilo fino, y el número de personas favorables a su vuelta cada vez se intensifica más.

Sampaoli es Ulises y él lleva consigo las riendas de su caballo de Troya. Se ganó a la afición sin demostrar nada, únicamente con conocimiento, retahílas y enseñanzas dignas de un trovador. La forma era perfecta pero el contenido vacío. Había envoltorio pero no regalo. Está dentro y a los mandos de la ciudad. Se está haciendo tarde y los enemigos (Almería, Getafe, Cádiz, Celta y Valencia) vienen uno tras otro, oliendo sangre. La guerra ha comenzado y Troya ya está ardiendo.

Imagen principal vía: Getty Images.

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