El fútbol en Brasil ha experimentado un declive a lo largo de la última década del que aún no se recupera.
Brasil es sinónimo de potencia mundial si a fútbol nos referimos. Es probablemente la cuna más grande de estrellas que ha dado este deporte, destacando por el despliegue de habilidades con balón que han mostrado a lo largo de la historia. No por nada la canarinha es la selección con más mundiales conquistando cinco, siendo el único país que puede fardar de ello. Pero en la última década, los problemas sociopolíticos del país han convertido su fútbol en un «gigante con pies de barro».
Un país especial
Con 211 millones de habitantes, Brasil es el sexto país más poblado del mundo y con mucha diferencia el más poblado de Sudamérica, esto es un factor importante en la probabilidad de sacar jugadores de gran nivel, pero no decisivo, ya que las grandes masas como EE. UU. China o la India no tienen ningún potencial futbolístico.
Es por eso que la clave está en el interés que suscita. En los tres países citados anteriormente, el fútbol tiene menor popularidad, mientras que en Brasil el balompié es algo más que un deporte, es cultura, es vida y para muchos lo más importante que existe.
Tal es la pasión vivida por los brasileños que una de las páginas más negras en la historia del país se registra en la derrota del mundial de 1950, el famoso maracanazo que sumergió a la nación en una depresión que consumó más de veinte fallecimientos por suicidio, quienes no soportaron la carga de la derrota.
Habilidad pura
El fútbol es el deporte del pueblo, toda la vida los grandes jugadores se han forjado en la humildad y los brasileños saben de esto. Cuando el británico Charles Miller aterrizó a tierras cariocas con un balón, no se imaginaba las horas que dedicarían los niños a su nuevo juguete. De esta forma se forjó el talento brasilero. Quienes jugaban días enteros con balones y botas irregulares sobre las míseras favelas, debían entretenerse con algo.
Pero tener pasión no garantiza resultados, y es que aquí debemos incluir otro factor clave que es la kinestesia de los brasileños. Para quien no lo sepa, la kinestesia es la ciencia relacionada con el movimiento humano que engloba el esquema corporal, el equilibrio, el espacio y el tiempo.
Los brasileños parecen tener altas cualidades kinestésicas y podemos verlo reflejado en la capoeira o en la samba. El arte brasileño erradica en la fantasía del ritmo y naturalidad de los movimientos y eso se ha trasladado al fútbol dando lugar al jogo bonito.
Mané Garrincha es el más claro ejemplo de la kinestesia. Pues a pesar de que tenía los pies girados 80 grados hacia adentro, la columna torcida y la pierna derecha 6 cm más corta que la izquierda, es denominado como el mejor regateador de la historia con una memoria kinestésica sin igual, pudiendo repetir la misma jugada con éxito tantas veces como quería.
El abismo de la derrota
Brasil es propensa a sufrir shocks derivados de derrotas inesperadas que lo llevan a renunciar a su identidad. El traumático maracanazo hundió las ganas de Brasil hasta el punto de que no solo cambiaron su mentalidad y filosofía, sino que también su indumentaria, pasando del blanco a la verdeamarela conocida por todos.
Perdieron la fe en su fútbol, pero tuvieron la suerte de que apareció una de las más grandes generaciones de jugadores en la historia. Los Garrincha, Didi, Djalma, Nilton, Vavá o Altafini emergieron para cambiar el rumbo de una selección que había bajado los brazos y junto a la irrupción de un joven Pelé se coronaron bicampeones del mundo.
El segundo mazazo lo tuvieron en Sarriá. En 1982 murió el Jogo Bonito. Una de las selecciones que mejor fútbol ha practicado, cayó ante Italia en segunda ronda y puso fin al fútbol romántico para entrar en un oasis de bajos resultados hasta 1994 que vencieron apostando por el resultadismo y orden táctico.
El tercer revés lo sufrieron en 2014, cuando parecía que nada podía superar al maracanazo ocurrió el mineirazo. Sesenta y cuatro años habían pasado para que Brasil se animara a volver a ser anfitriona, y esta vez recibieron una de las mayores palizas en la historia, si no la que más, perdiendo en semifinales 7-1 ante Alemania.
En la actualidad, la táctica se impone al talento y ellos no se llevan bien con el orden, a los niños no se les está dando la libertad necesaria para que pueda salir un nuevo Rivellino, Ronaldo o Ronaldinho.
Renunciar a tu identidad
Los brasileños siempre son conocedores por practicar un fútbol alegre y vistoso llegando a priorizar la creatividad sobre la táctica. De las cinco ocasiones en las que levantaron la Copa del Mundo, cuatro fueron practicando el jogo bonito, salvo en 1994 que tenían un equipo más rígido, el resto de ocasiones triunfaron sin perder su estilo.
Un estilo, que no parece estar bien definido en la actualidad, el fútbol base aplicado hoy en día en Brasil no es el mismo que practicaban los jóvenes en las favelas, ese es el gran problema que tienen. En la actualidad, la táctica se impone al talento y ellos no se llevan bien con el orden, a los niños no se les está dando la libertad necesaria para que pueda salir un nuevo Rivellino, Ronaldo o Ronaldinho.
Si a un joven le riñes por intentar un regate fallido, estás condicionando a que no explote sus habilidades. En la década pasada, el único representante del buen hacer brasilero ha sido Neymar y aun así se le limita castigándolo en exceso con patadas y llamándolo «provocador» por regatear.
Estos problemas de identidad y formación se traducen en una pérdida de talento. La cantidad de estrellas salidas esta última década es inferior a lo que Brasil nos tiene acostumbrados históricamente, aumentando el número de jóvenes promesas que nunca terminan de explotar.
Disminución de estrellas
Década a década han sacado jugadores de nivel top mundial y la lista es larga, venimos de tener a Ronaldinho, Kaká, Cafú en los 00. Ronaldo, Romário, Rivaldo en los 90. Zico, Falcao, Sócrates en los 70 y 80. Pelé, Garrincha, Didi en los 60 y 50. Zizinho, Leónidas, Ademir en los 40…
En la actualidad solo Neymar ha sido estrella mundial, luego habría que irse a jugadores como Dani Alves o Marcelo que, si bien han sido los mejores laterales del mundo, no tienen la categoría de los jugadores anteriormente mencionados.
Podemos verlo reflejado en las nominaciones al Balón de Oro, que desde que Kaká lograra el título en 2007, se ha visto reducida la participación de estrellas brasileñas. Ya no hablo de ganarlo, pues en la época de Messi y Cristiano era algo utópico.
En cuanto a resultados, también atraviesan una época de sequía mundialista. Pese a tener mayor éxito en la Copa Confederaciones y Copa América, el gran entorchado mundial se le atraganta a la canarinha desde 2002, siendo ya cinco ediciones consecutivas en las que deja un sabor amargo a sus aficionados.
Brasil debe reconstruir todo su fútbol base y el sistema de ligas que emplea, adaptándose a lo que realmente sea beneficioso para el país, las televisiones, los aficionados y sobre todo para las nuevas generaciones.
¿Hacia dónde va el país?
Mirar al futuro siempre es algo incierto, pero analizando el recorrido que ha llevado Brasil esta década, no parece que vaya a cambiar la tendencia a la baja. La sociedad está cada vez más desigualada económicamente y eso se traslada al fútbol. Sudamérica ha entrado en una situación que parece irrevocable, sus equipos carecen de potencial financiero y estrellas, ya que estas son exportadas a Europa, eso genera una diferencia con el viejo continente que jamás había existido en la historia.
Brasil debe reconstruir todo su fútbol base y el sistema de ligas que emplea, adaptándose a lo que realmente sea beneficioso para el país, las televisiones, los aficionados y sobre todo para las nuevas generaciones. Todos los países han sufrido malas épocas y han tenido que trabajar para solucionarlo. La diferencia es que Brasil siempre ha vivido bien futbolísticamente, ya sea en resultados o en cantidad de estrellas, por lo que no se han visto en la necesidad de hacer cambios.
Existe una buena lista de jóvenes prometedores como Endrick, Vitor Roque, Martinelli, Marcos Leonardo o el ya consolidado Vinícius Júnior, pero solo el tiempo dirá quienes lograrán triunfar y quienes se quedarán a medio camino. Por el momento, Brasil debe tomar decisiones para volver a su normalidad histórica, la de ser el referente mundial del fútbol.
Imagen principal vía: Buda Mendes/Getty Images
Por: Kevin Chin Galindo
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