Riqui Puig no ha desarrollado su talento en el primer equipo del Barça por adquirir malos hábitos como la falta de la cultura del esfuerzo.
Quienes me leen, saben que me encanta Riqui Puig. Y yo me pregunto ¿por qué el mayor talento con ADN Barca que ha parido La Masía en los últimos 10 años no juega en el primer equipo? Esta temporada, con 21 años, apenas suma 78 minutos disputados. En una plantilla corta y barata para jugar, el mayor valor de la cantera prácticamente no cuenta.
Koeman lo achaca a una falta de actitud, esfuerzo y carácter en los entrenamientos, algo que no voy a poner en entredicho porque yo no estoy en los entrenamientos. Y me lo puedo creer cuando Riqui tampoco ha contado para Setién ni Valverde. Y aún más me lo creo conociendo a los chavales y padres del siglo XXI. Pues los niños de ahora lo quieren todo hecho, y los padres se lo conceden. Pasa lo mismo en el fútbol, sobre todo en las grandes canteras.
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— FC Barcelona (@FCBarcelona_cat) December 10, 2020
Si les parece voy a hablaros primero sobre los padres de Riqui, porque tienen la misma o más responsabilidad en la formación del chico. Evidentemente hablo de los padres deportivos. Las canteras del Barcelona, Real Madrid y demás son muy buenas para muchas cosas, pero también son muy malas para otras. En ambos casos, el formador tiene un alto grado de culpa. Miren, se las voy a dar cortita y al pie. Riqui Puig, el mayor talento de la cantera, siempre ha jugado con los chicos de su misma edad. Nada de ponerlo a competir con chicos de mayor edad para de esa manera obligarlo a superarse.
Sin duda, Riqui y muchos más canteranos que no llegan a asentarse en el primer equipo del Barcelona, no han recibido la formación más adecuada. Han recibido una educación en la que solo se premia el talento y no se incita a ser mejor a partir de la superación. Con el talento natural cada fin de semana, durante 10 años de formación, Riqui ganaba 6-0 al rival de turno. Y lo ganaba sin esforzarse, sin asumir responsabilidades, sin buscar el 10 antes que el aprobado y, finalmente, sin desarrollar el talento.
Vamos, que los padres de Riqui Puig se lo han dado todo hecho para que el jugador y el equipo cumpliera con sus objetivos a corto plazo. Una formación pensada más en el resultado, en ganar con no se cuantos puntos todas las Ligas de Cataluña, antes que en una formación pensada y trabajada para que el canterano crezca futbolísticamente y llegue al primer equipo. Y al final, esa falta de mirada larga, en el futuro perjudica tanto al talento como al propio club.
No fue el resultado que queríamos pero solo queda seguir trabajando para cambiar la situación. Contento de volver a jugar en el Camp Nou, es siempre especial. VISCA EL BARÇA🔵🔴 pic.twitter.com/yBjOO3m0ou
— Riqui Puig (@RiquiPuig) December 9, 2020
Riqui, al igual que la gran mayoría de canteranos, confunde el esfuerzo con el capricho. El capricho no conoce al «no», mientras que el esfuerzo conoce los obstáculos y cómo superarlos. Él, y la gran mayoría de canteranos llegan al primer equipo pensando que lo tienen todo hecho. Que siempre es un ‘sí’, cuando en el fútbol de verdad las cosas hay que ganárselas y no es suficiente con el mero deseo.
Y el problema, más que el chico, es la formación inadecuada que ha recibido. Los hábitos nacen de la educación, y en la educación del fútbol se ha perdido la cultura del esfuerzo. Sin ésto nada es posible, y con esfuerzo nada es imposible. Los formadores no deben dárselo todo hecho al canterano, sino orientarle por el mejor camino para desarrollar su talento y ser competitivo, y ese camino es el del esfuerzo y el de proponerle pruebas cada vez más exigentes.
Riqui Puig necesita conocer otro fútbol, ir a la ‘mili’ y convertirse en futbolista. Sin duda, Riqui debe salir cedido a un sitio donde conozca el fútbol de verdad, donde deba dar el 100%, donde tenga que superarse cada fin de semana, donde asuma responsabilidades, donde aprenda a meter la pierna. Por ejemplo al Eibar, como Silva en su momento. Conocer otro modo de ver el fútbol que en un futuro le servirá para adaptarse a cualquier contexto. Adquirir esa cultura del esfuerzo que a mi sí me demuestra, por ejemplo, Pedri, un chico de 18 años asentado en el primer equipo del Barcelona porque su fútbol no entiende al talento sin el esfuerzo.
Imagen destacada vía: FC Barcelona
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