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El mayor premio es pasárselo pipa

Artículo de opinión sobre la emoción vivida en el circuito de Silverstone de la temporada 2021

Como si de una escena tan repetitiva como la promoción a la película Operación Camarón por parte de los comentaristas de Telecinco en cada partido de la Eurocopa, el mayor premio es compartirlo se ha convertido en un eslogan clásico, que por muy repetitivo que resulte, siempre pone los pelos de punta cuando se emite el anuncio anual del Sorteo de Lotería de Navidad.

Personalmente, me he permitido el lujo de modificar dicho eslogan y titular el artículo: el mayor premio es pasárselo pipa. ¿A qué viene utilizar esta frase como titular y, sobre todo, hacia qué deporte o evento deportivo va dirigido? Pues responde a mi obsesión enfermiza hacia la Fórmula 1, situada a la altura de mi amigo Ángel por la NBA y mi colega Dani hacia el Atlético de Madrid.

Reconozco que mi mente estaba concentrada exclusivamente en la carrera del domingo, tal y cómo había hecho en las anteriores carrera. No había sentido este nivel de concentración e incertidumbre en las temporadas vistas entre 2005 y 2021, aunque tenía claro que la lucha sería cerrada entre Mercedes y Red Bull, o mejor dicho, entre Lewis Hamilton y Max Verstappen.

Emoción, principal premio

Dos aspirantes y siendo uno de ellos Hamilton, heptacampeón y claro dominador de la era híbrida, invitaron a la propagación de frases generalistas fragantes de medias verdades cuando mucha gente me dijo: vag, que aburrimiento, ganará el de siempre. Tenían su punto de razón, ya que Ferrari, McLaren, Aston Martin y Alpine, entre otros, debían esperar a cualquier hecatombe para poder subirse al cajón.

Cabe recordar que fue en 2015 cuando comencé a apreciar la calidad de las temporadas en función de los 20-22 monoplazas, y no solamente por los aspirantes al título. Ante las humillantes posiciones del binomio McLaren-Fernando, había que aprender a amar la Fórmula 1 de una forma diferente, o más bien, valorar el mérito que tiene destacar en la clase media.

Ciñéndonos en 2021, la lucha por los puntos e incluso por situarse entre los cinco primeros dejó un elenco de actores difícil de repetir. Tres campeones como Fernando Alonso, Sebastian Vettel o Kimi Räikkönen se encontraron como candidatos a los puntos de la zona media en Alpine, Aston Martin y Alfa Romeo respectivamente.

Dream Team de la Fórmula 1

En la misma medida, debutaron pilotos prometedores como el japonés Yuki Tsunoda en Alfa Tauri y el hijo del mítico Kaiser, Mick Schumacher en Haas, mientras que otros diamantes en bruto como Charles Leclerc o Lando Norris demostraron dotes de liderazgo en Ferrari y McLaren respectivamente, y teniendo que enfrentarse en el mismo equipo a dos huesos duros de roer, Carlos Sainz y Daniel Ricciardo.

La parrilla invitaba al espectáculo que era el mayor premio a unos aficionados tremendamente apasionados en la pista de Silverstone, aeródromo testigo del despegue hacia la vuelta a la normalidad debido al avance de la vacunación. Su principal regalo era el carrera clasificatoria de experimento, que para tuiteros sabiondillos se trataba de una prueba absurda de obstáculos digna de Mario Kart.

Afortunadamente, dichas opiniones absurdas se fueron al retrete en unas 17 vueltas trepidantes con la remontada improvisada y no deseada de Carlos Sainz desde la última plaza a la undécima y, sobre todo, el aguante estoico de Fernando Alonso en séptima posición tras haber realizado una salida épica. Pero lejos de mostrar una crítica coherente basada en desear un mayor reparto de puntos para que los pilotos asumieran los riesgos, siguieron negando la emoción existente en la carrera experimental.

Resulta curioso que las personas más papistas que el Papa amen tanto el espectáculo que opten por hacer lo propio escribiendo artículos telegráficos con tal de ganar visitas. Sabemos que los números acaban llevándonos al dicho ganar, ganar y ganar, seas CEO, ingeniero, periodista o piloto, pero hay formas para llegar al fin esperado.

Maniobras de campeón

Los caminos acaban convirtiéndose en un arte deseoso de dejar una huella imborrable, siendo la parrilla un reflejo de esta tendencia. De hecho, haciendo un repaso a lo acontecido en la prueba británica describió la tónica habitual de la temporada 2021 durante su primera mitad.

Por un lado, Lewis Hamilton y Max Verstappen brindaron un duelo inolvidable en tres curvas, que se volvió eterno en intensidad, pero fugaz ante la polémica maniobra de Lewis que dejó al holandés fuera de carrera. Era una oportunidad de oro para aprovechar su oportunidad, y lo hizo sin despeinarse, muy a pesar de la sanción de cinco segundos impuesta, realizó una remontada a la altura de un heptacampeonato más cuestionado que nunca ante el dominio de Red Bull.

No se arrugó ante la presión realizando un vuelta a vuelta preciso al son de los ánimos del público que le llevó a la estela de Charles Leclerc. A falta de una vuelta, acabó adelantando a un monegasco capaz de pescar en río revuelto aprovechando la mejora del ritmo de Ferrari tras el descalabro de Francia y a pesar de los problemas de motor existentes durante el primer stin.

Resistencia al fracaso

Resiliencia y crecimiento de enanos fueron precisamente los callos que sufrió el caballito ferrarista. El segundo puesto de Charles fue fruto de esfuerzo y talento, al igual que la sexta posición de Carlos Sainz que culminó su remontada iniciada un día anterior en la carrera clasificatoria. Tras haberse quitado a Vettel y a los Alpine, se situó a la caza de la quinta plaza de Daniel Ricciardo estirando al máximo la vida de las gomas duras.

Su constancia le permitiría superar a un australiano que estaba escudando su rendimiento decepcionante para la cúpula de Wooking defendiéndose como gato panza arriba de los ataques de los Ferrari. Lo tenía casi hecho, e incluso podría superar a un Lando Norris que una vez más terminaría consolidado en el top 5 y en las papeletas como posible leyenda británica. Pero los mecánicos contradijeron al origen de la nomenclatura del oficio al errar en una acción memorística para su modus operandi.

Estoicismo como modelo de vida

Catorce segundos perdió el español para terminar relegado durante toda la prueba al morro de un Daniel Ricciardo acostumbrado a aguantar estoicamente. Precisamente el estoicismo fue lo que permitió que Fernando Alonso mantuviese la séptima plaza ante los Aston Martin, Alfa Romeo, Alpha Tauri y su compañero Esteban Ocon. La cara le ha cambiado y su rostro parece más relajado a pesar de haberse encontrado fuera de la batalla, siendo la viva imagen del eslogan el mejor premio es pasárselo pipa.

Eso sí, la diversión exige un rendimiento directamente proporcional a la calidad de un parrilla tremendamente competitiva. Por tanto, el público quedó helado ante los problemas de Yuki Tsunoda para acercarse a su compañero Pierre Gasly, el trompo de Vettel que recordó a sus años depresivos en Ferrari y, por supuesto, el enésimo borrón de Sergio Pérez y su todopoderoso Red Bull de la lucha por el podio.

Desgraciadamente, no todo es oro lo que reluce. Podemos preguntárselo a un Nico Hülkenberg deseoso de encontrar un papel, aunque fuese de figurante en una película prometedora para aparecer en las principales galas de los Premios Óscar.

 

Imagen principal vía: @F1

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