Los culés solemos tocar madera cuando alguien trata de promesa a un canterano. El mal augurio que acompaña a la palabra es muy conocido entre el barcelonismo. Sin embargo, parece que desde La Masía empieza a surgir una excepción a dicho presagio. ¿Su nombre? Riqui Puig.
Con la marcha de Xavi Hernández en 2015 y la de Iniesta en 2018 la medular azulgrana parece haber perdido la esencia del ADN Barça. El equipo ha sabido sobrellevar la pérdida de dos de las figuras más icónicas de la historia del club, pero el juego en el centro del campo ha quedado huérfano de ese ‘tiki-taka’ que nos enamoró con la llegada de Guardiola. Aquellos quiénes hemos vivido el Barça de las séis copas aún sentimos nostalgia cuando recordamos las ruletas de Xavi, los desbordes de Iniesta, los mareos a los rivales en el centro del campo.
Siempre se dice que cuando se va el maestro es para dar paso al aprendiz. No obstante, el último centrocampista producto de La Masía que ha triunfado -entre muchas comillas- en el primer equipo es Sergi Roberto. Su trayectoria no incita al optimismo: ha tenido que reconvertirse a lateral para disputar aquellos minutos que no le garantizaban en la sala de máquinas. Con la llegada de Rakitic, Arthur, Coutinho o Arturo Vidal el Barcelona ha adoptado perfiles distintos a los habituales, roles inauditos, aunque para nada comparables a los del Dream Team de Guardiola.
Si algo ha caracterizado al Barça es anteponer el buen juego a un resultado, ser protagonistas del partido, dominar en posesión; entretener al público al fin y al cabo. Para ello, hace falta gente que desde las categorías inferiores hayan ‘mamado’ el estilo de juego del club. Tras muchos años sin éxito, parece que ese momento ha llegado.
UNOS INICIOS SEMBRADOS DE DUDAS
Corría el año 2011, un joven centrocampista empezaba a despuntar en las filas del Infantil A del Jabac Terrassa. El chico sorprendía por cómo se desenvolvía con el balón con un físico tan inferior al de sus rivales. Precisamente su baja estatura era la piedra que se interponía en primera instancia hacia un posible fichaje por el Barça. Tres entrenamientos después, la entidad barcelonista decidió ficharle. Ricard Puig Martí cumpliría su sueño de vestir de azulgrana.
La situación del joven Riqui era muy parecida a la de Messi cuando llegó: una habilidad tremenda, pero un físico que hacía dudar a más de uno. Y fueron pasando los años, y Riqui seguía subiendo de categoría, trabajador y disciplinado. En su palmarés como azulgrana cuenta ya con un título de liga con el Juvenil A y con una Youth League.
APOTEÓSICO INICIO DE TEMPORADA
El descenso del Barça B suponía un replanteamiento del filial. El club decidió apostar por la brillante generación que subía del Juvenil A para volver a la categoría de plata. De entre los elegidos, figuraba el nombre de Riqui, que sería uno de los pilares en el centro del campo acompañado de Carles Aleñá, que debía esperar un poco más antes de hacer el salto al primer equipo en enero del año presente.
Pero esa no sería la única alegría del de Matadepera. En la lista de jugadores convocados para la gira veraniega aparecía Riqui Puig. El reto era mayúsculo, la International Champions Cup acogería a equipos como Barça, Madrid, City o Juventus. Así pues, el joven centrocampista ponía rumbo a los Estados Unidos con la intención de causar una buena impresión a Valverde de cara a futuras convocatorias con el primer equipo.
Y vaya si lo logró. En su primer partido enamoró al barcelonismo tras un sombrero a Eriksen. Al día siguiente, el mundo del fútbol empezaba a hablar de un tal Riqui Puig, el heredero de Iniesta. Su cuerpo frágil, su encanto natural y su desempeño en el verde no tardaron en situarse en el foco mediático. El camino de Riqui Puig daba comienzo.
SU NOMBRE FIGURA EN LOS PLANES DE VALVERDE
En el Barça B no tardó en amoldarse, el proyecto estaba vestido de la mayoría de los compañeros que tenía la pasada campaña. Su fútbol empezó a ser conocido por sus adversarios, que en múltiples ocasiones se veían obligados a parar sus constantes cambios de ritmo en forma de falta. La tónica habitual era ver a Riqui en el suelo, con su juego siendo anulado ante la agresividad rival.
El 5 de diciembre de 2018 iba a ser un día muy señalado en la vida de Riqui. Ernesto Valverde le hacía debutar con el primer equipo en un partido de la Copa del Rey ante la Cultural Leonesa. Entró en el 55′, tiempo suficiente para asistir a Denis Suárez y subir el 4-1 en el marcador. De nuevo, las miradas apuntaban al joven catalán.
Finalmente, el pasado 13 de abril, se materializaba su debut oficial en liga frente al Huesca. Esta vez Riqui partía de inicio en un centro del campo poblado por Aleñá y Arturo Vidal. Como nos tiene acostumbrados en sus debuts, volvió a ser noticia tras un espléndido pase a Dembélé que el francés no supo enviar a las mallas. De nuevo, otra delicatessen que daría la vuelta al mundo para enaltecer el nombre de Riqui Puig.
El barcelonismo aplaude la llegada de futbolistas de este calibre. De momento, el club tiene el visto bueno de Messi, que ya confesó durante una entrevista a Catalunya Ràdio que «es bueno que el club devuelva la confianza a este tipo de jugadores que se había perdido en los últimos años». Cuando el argentino habla, el fútbol obedece.