Artículo ensayístico sobre la influencia de Pedro Martínez De la Rosa en la integración de España en la Fórmula 1.
Cuando se degusta sin escrúpulos la bomba de sabores que componen el culmen, nuestro hemisferio derecho conquista las labores racionales del izquierdo a la hora de lanzar a los cuatro vientos cuál fue el origen de un fenómeno revolucionado para la Humanidad o, en su defecto, para el devenir del deporte. Cuando el Real Madrid saca del trono al F.C. Barcelona o viceversa, las borracheras llevan a señalar a un determinado personaje para determinar con quién empezó este éxito.
Si nos ceñimos a la unión entre España y la Fórmula 1, podemos decir que Pedro Martínez De la Rosa fue su principal artífice, acompañado de Marc Gené hace dos décadas pusieron las primeras piedras, sobre todo el primero de ellos. Aunque gente como Emilio de Villota, Adrián Campos o Luis Pérez-Sala pusieron las primeras piedras en esta gran competición, la estructura comenzó a fortificarse con la impronta del piloto barcelonés.
No solamente mostró un enorme talento para hacerse un hueco con los mejores pilotos del mundo, si no que su perseverancia fue una muestra de las capacidades de un país muy alejado del Motor más allá de los éxitos de Ángel Nieto, Jorge Martínez Aspar, Sito Pons o Alex Crivillé, entre otros en Motociclismo, llegando a debutar en Fórmula 1 a una edad en la que eres considerado como veterano, ya que tenía 28 años de edad cuando se puso a los mandos de un Arrows en el Gran Premio de Australia de 1999.
Día especial recorriendo el @Circuitcat_es con @mportilloES Recordando tantos años de emociones con nuestra afición siempre apoyando👏🔝 Hemos acabado donde uno siempre quiere comenzar, en la Pole. Gracias Porti! pic.twitter.com/tzE8dpwezW
— Pedro de la Rosa (@PedrodelaRosa1) November 12, 2020
Aquel hito le costó sudor y sangre, por lo que no ha dudado en valorarlo con mayor ímpetu, ya que tras haber pasado a competir con coches de radiocontrol, demostró en Gran Bretaña que conducir se le daba estupendamente, pero sin el impacto necesario para dar el salto a la Fórmula 1. Además del escepticismo de su padre por verle correr, se habían juntado sus primeras trabas para pujar por un sueño, pero abrazó el carácter luchador que exige un samurái para aferrarse a su permanencia en el campo de barra, y vaya que si lo hizo venciendo la Super Fórmula japonesa con una mano de hierro desembocara en su apodo ‘Nippon Ichi’, Número 1 en japonés.
Obligatoriamente, la Fórmula 1 era el siguiente paso y Joan Villadelprat, técnico de Fórmula 1 exitoso en escuderías como McLaren, Ferrari o Benetton, puso en escena sus influencias para darle al catalán un puesto de probador en Jordan en 1998. Un año más tarde, Pedro atrajo el espíritu capitalista de Repsol para que la petrolera española le abriera las puertas en Arrows y a la parrilla.
Sus años en aquel humilde equipo estuvieron cargados de errores de piloto aprendiz, de destellos como los puntos logrados precisamente en su debut, clasificaciones históricas como una novena en Cataluña, dos puntos en las citas alemanas e incluso llegar a rodar tercero en Austria hasta sufrir problemas con el cambio. Desafortunadamente, la petrolera española, al igual que Telefónica con Marc Gené en Minardi, dejaron a sus pilotos abocados a su suerte, ya que la rentabilidad de dichas compañías al ver sus monoplazas en la parte baja de la parrilla era más que escasa.
En aquel momento, se cerró una puerta porque Marc Gené quedó abocado de por vida a un puesto de piloto probador, mientras que Pedro De la Rosa alternó proyectos ilusionantes de titular que se descafeinaron como los de Jaguar, Sauber y HRT con otros de reserva en McLaren y Ferrari, pero se abrió una venta porque España había expuesto ante el mundo lo que era capaz de hacer, por lo que los astros se unieron para darle una oportunidad auténtica y verdadera a Fernando Alonso en Renault allá por 2002 hasta 2006 para ser Campeón del Mundo.
Tal y cómo dijo Pedro en Vamos, él vivió el antes, el bullicio de la marea azul y el después, pero ese proceso fue posible gracias a la garra y el pundonor que ejerció Fernando Alonso. Porque fue el primer soplido del efecto mariposa generado por parte de la «marca España» en la competición que todavía brota, esperando que así sea por mucho tiempo.
Fuente de la imagen: @PedrodelaRosa1
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