
Artículo de opinión sobre uno de los talent show más importantes de nuestro país
La vigente edición de Operación Triunfo es una de los platos más deseados por parte de los consumidores de la Televisión pública una vez iniciado este año 2020. Dentro unos días se cumplirá el mes desde la celebración de la gala 0. Por lo tanto, el entorno escéptico debe salir a la palestra sobre este concurso..
Mucha gente tiene grabada a fuego cómo la edición de 2001 cautivó a toda una generación y dicho programa fue descafeinándose con el paso de los años. La historia se repite a niveles vertiginosos. 2017 supuso la vuelta de Operación Triunfo lanzando a artistas mediáticos como Aitana, Alfred, Miriam, Amaia, Ana Guerra, Cepeda o Lola Índigo. Por otra parte, OT2018 dejó un recuerdo más descafeinado por parte de los espectadores.
Ante esta tesitura y con el peso de la Historia en el ambiente, OT2020 ha adquirido una alta responsabilidad en el devenir del programa. Por lo tanto, el debate entre el esplendor y la decadencia pelean en cada pulgada de la actual edición.
El directo 24 horas está adquiriendo más peso del impacto convencional durante los dos últimos años. Este hecho ha condicionado que esta Academia adquiera vicios deleznables de Las Islas de las Tentaciones, Gran Hermano o Supervivientes.
Los insultos machistas, las faltas de respeto o tener la osadía de comparar tres meses de Academia con más de una década en el Conservatorio. De este modo, Noemí ha tenido que poner cartas en el asunto. Congratula ver a una persona que combina la franqueza con la mano izquierda lejos de los discursos humillantes de Risto Mejide.
Sin duda, estas charlas y el miedo al fracaso se han manifestado durante las últimas galas. Lo han dado todo y el jurado no ha dudado en felicitar el trabajo realizado. Incluso su benevolencia está siendo objeto de críticas debido a un discurso políticamente correcto que roza la falsedad, sobre todo para una concursante como es Samantha.
Sus dos últimas actuaciones gozaban de una gran dificultad. La complejidad vocal de Mediterráneo y el crisol coreográfico de Maniac eran un regalo envenenado que supo saborear esplendorosamente. Desafortunadamente, acabó siendo nominada por el jurado que consideró que su actuación no estaba a la altura de Lorena, concursante ganadora de OT2008 logrando el premio decisivo interpretando el tema Maniac.
«Después de ver vuestro ensayo de hoy con el equipo de producción he buscado el vídeo de la actuación que ella hizo en el plató presentando ese primer single como ganadora de OT y he visto esta actuación, y me ha dado la sensación de que ella lo hacía con más garra», declaró el jurado.
Resultan unas declaraciones poco afortunadas por parte de una parte fundamental de dicho concurso. Se debería valorar la pasión y precisión cirujana artística impuesta en el escenario. Eva no se quedó atrás, al igual que gran parte del resto de concursantes.

La vena andaluza en manos de Rafa, la exquisita técnica de Nia o la emergente tensión sexual de Hugo o Anaju en su dúo Señorita demuestran la importancia del esfuerzo cada vez más competitivo en el que llegar a la excelencia no siempre asegura un futuro en el panorama musical.
En la misma medida, Ariadna y Ely fueron expulsadas por la puerta grande. Sin embargo, resulta totalmente comprensible ver cómo una artista revelación como Lola Índigo recordó que ser la primera expulsada de OT2017, circunstancia que no le ha impedido forjarse un gran nombre.
Ante esta circunstancia, solo queda continuar ejerciendo el escepticismo ante una edición que combina la garra y pasión de los artistas con sonoros vicios dignos de la telebasura, amenaza que puede convertirse en un vertedero musical.
Imagen vía: Twitter oficial de Operación Triunfo
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