Artículo de opinión sobre la importancia de no hundirse ante un efecto mariposa en la competición.
Antonio Giovinazzi desveló recientemente su sentimiento de rabia cuando supo que Carlos Sainz había sido el piloto designado por Mattia Binotto para sustituir a Sebastian Vettel entre las temporadas 2021 y 2022 en el equipo Ferrari. Al fin y al cabo, el trasalpino es un piloto criado en la Academia de jóvenes pilotos de Ferrari y, para colmo, del mismo país de la Scuderia del Cavallino Rampante.
Antes cocinero que fraile
Curiosamente, Carlos Sainz había saboreado el regusto amargo de Antonio durante sus primeros años de carrera deportiva, justo cuando la cúpula de Red Bull optó por degradar del primer equipo a Danil Kyvat para dar paso a Max Verstappen como sustituto, momento que debe doler a un piloto como Carlos que siempre había rodado a la par del holandés. ¿Por qué se escoge el holandés y no al español? fue una pregunta que se hacía constantemente el entorno más cercano al madrileño porque había conseguido demostrar aptitudes para estar a la altura de Max, diamante en bruto considerado como el futuro Ayrton Senna.
Aunque el holandés había quedado delante de él en 2015 y le estaba superando en las carreras que compartieron garaje en Toro Rosso durante el primer tercio de la temporada 2016, los tiempos en clasificación y carrera habían estado a la par. Sin embargo, la agresividad de Max había tenido mayores momentos de lucidez que la de Carlos durante la corta trayectoria, lo que hacía entrever que el holandés era un piloto extraordinario y el pequeño de los Sainz lo catalogaban como un gran conductor.
Tú camino, no el de tu equipo
Por el contrario, Danil Kyvat había comenzado la temporada cometiendo demasiados errores, al igual que Sebastian Vettel en Ferrari durante la temporada 2019 y, incluso, su presencia le otorgaba una potente masa salarial de tetracampeón del Mundo poco factible para la crisis del coronavirus. La derrota de ambos dio la posibilidad de ascender pilotos en alza, como fue el caso de Verstappen a Red Bull tras haber sorprendido en 2015 a pesar de su enorme precocidad y el de Sainz a Ferrari tras haber explotado todo su potencial en la temporada 2019, justo cuando había voces que esperaban su final en la categoría tras no haber tenido el éxito deseado en Renault un año atrás.
Sin duda, ese es el momento que desean muchos pilotos, porque puede suponer el principio de tu era dorada. No obstante, para que tenga lugar este hecho, hace falta estar con los pies en el suelo si quieres cometer un épico aterrizaje hacia la gloria. El 55 supo estar cuando Verstappen fue el elegido para acompañar a Daniel Ricciardo, ya que pudo haberse hundido por no ser la prioridad en Toro Rosso, pero optó por hacer que la Fórmula 1 fuera la principal prioridad de su vida.
Sobrevivir de la criba de Red Bull
Aunque la estructura austriaca lleva hasta la máxima expresión basada en masacrar a tu compañero de equipo para permanecer en la Fórmula 1, Carlos se centró exclusivamente en no perder, ya que el fantasma de su compatriota Jaime Alguersuari, Jean Éric Vergne o Sebastièn Buemi al salir por la puerta de atrás de Toro Rosso acechaba. No era catalogado como un piloto con excesivas expectativas a comparación de los Verstappen o Charles Leclerc, por lo que se vio sometido a la posibilidad de sobrevivir por lo civil o por lo criminal.
Curiosamente, lo hizo dejando a un lado las luchas contra sus rivales y centrándose en mejorar su talento, permitiendo que James Key, quién era director técnico de Toro Rosso, reconociera como el hecho de trabajar más relajado le permitió mejorar sus resultados, llevando al coche italiano a la 9º posición en la temporada 2017, salto importante para recalar en Renault y, posteriormente en McLaren a la hora de forjar su trayectoria lejos del yugo de Helmut Marko.
Giovinazzi y Sainz como reflejo
Si Sainz lo hizo teniendo a la Historia en contra, queda demostrado que siempre hay excepciones y, por tanto, es posible promover un cambio de opinión por parte del Destino. Antonio Giovinazzi tiene la oportunidad de hacer lo propio, ya que Alfa Romeo sigue confiando en él, independientemente de ubicarse en los 28 años de edad y compartiendo cantera con el prometedor Mick Schumacher. Además, toda la cantera no gira en torno al primogénito de la leyenda germana puesto que Ferrari también tiene diamantes en bruto como Callum Ilott o Robert Shwartzman que le disputaron el título de Fórmula 2 y al hermano de Charles, Arhur Leclerc, que ha comenzado a dar sus unas gotas de calidad alentadoras en la FRegional.
Ante esta oleada de homenajes, resulta tentador seguir inflando la burbuja del plan renove llevado a cabo por la Fórmula 1 sabiendo que Antonio Giovinazzi se acerca a la treintena. Pero parece que el trasalpino es el ejemplo de usar la paciencia, porque por mucha juventud que haya y sea oportuno apostar por ella, el desarrollo de una persona como profesional no sigue un ciclo cronológico exacto, ya que hay pilotos que con 29 años e incluso en la treintena han llegado a su mayor estado de forma, como pudo ser el caso de Mark Webber.
Mejorar con respecto a tu compañero
Por tanto, si se sigue exhaustivamente el desarrollo de la trayectoria del Giovinazzi, por mucha frustración que haya sentido por no haber sido el elegido en acompañar a Leclerc, todavía no ha alcanzado su madurez como piloto. Cabe recordar que fue vapuleado por Kimi Räikkönen en el año de su debut, 43 puntos del finés por los ocho que el consiguió. Aunque esos datos no eran excesivamente alentadores, ha mejorado su situación en 2020, habiendo igualadado a Kimi en puntos (3 cada uno), pero el finés le ha vencido 9-4 en las pruebas que acabaron ambos, bagaje que no está nada mal, sabiendo que ha compartido durante sus dos primeros años de carrera con un tipo en forma y, sobre todo, Campeón del Mundo. Y eso no es ganar, pero tampoco perder.
Fuente de la imagen: @Anto_Giovinazzi
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