Artículo de opinión sobre la metamorfosis de los aficionados españoles de Fórmula 1 durante el Siglo XXI.
Existe una gran cantidad de periodistas españoles llenos de nostalgia por las victorias de Fernando Alonso en el Gran Premio de España, sobre todo la cosechada en 2006 cuando la marea azul otorgaba mayores decibelios que los propios motores V8; propulsores empeñados en derrochar nostalgia.
Ante este tatuaje de recuerdos, muchos no dejan de vitorear aquel «nada volverá a ser antes» que tanto éxito dio a la banda española El Canto del Loco. Porque por muchas imágenes del pasado se nos viniesen a la cabeza de los primeros años de muchos millennials viendo la Fórmula 1 cuando Gonzalo Serrano fue el comentarista de la carrera para Telecinco, todo había cambiado.
After another absorbing race weekend, a reminder of how events in Barcelona have left the Driver Standings 👀🏆
Next up: Monaco 🙂#SpanishGP 🇪🇸 #F1 pic.twitter.com/tnk9A77wj1
— Formula 1 (@F1) May 10, 2021
Aunque el dicho de «si parpadean se lo van a perder, porque esto es la Fórmula 1 en estado puro» nos hizo volver al pasado, el aroma respirado en la pista dictaba sentencia; habíamos cambiado demasiado en década y media.
No solamente se percibía cambio debido a la presencia escasa de 1000 espectadores ante el acecho de la pandemia. Ni tampoco porque las tornas dieron otro rumbo tras los últimos coletazos del imperio Ferrari liderado por Michael Schumacher, dando paso a una lucha encarnizada entre Red Bull y Mercedes.
Cabe recordar que la pelea por ser el mejor de la zona media de la parrilla amplió el interés por la Fórmula 1, sobre todo si vemos a una McLaren y Ferrari luchando por la misma con cierto sentimiento de esperanza al sentir que van en la dirección correcta. Además, ambos vieron cómo Alpine o Aston Martin han sido y, ¿Quién sabe?, serán rivales a tener en cuenta.
Al fin y al cabo, esta supuesta segunda división pasó de ser marcadamente jerárquica a decidir quiénes son sus vencedores por márgenes de tiempo milimétricos que llegan a traducirse en milésimas de segundo.
Además, ¿acaso el significado de monotonía indica que automáticamente tenemos solo un vencedor y el resto solamente tiene que mirar sentado? Cabe recordar que el acecho de Honda, Red Bull y Max Verstappen dejaron entrever que Hamilton se tendría que trabajar el octavo título mundial.
Bien es cierto que más de uno prefería ver a pilotos como Charles Leclerc, Lando Norris o Esteban Ocon, entre otros, luchar por los títulos. Pero cada vez hay más personas que suelen anteponer sus admiraciones a estos pilotos antes que a sus héroes patrios latinos, –Sergio Pérez, Carlos Sainz y Fernando Alonso-. No por chovinismo, sino porque el corazón de estas personas suelen alinearse en mayor medida con la grandeza de la razón.
Y quizás esto es un tesoro para una afición española que ha sido testigos en años en los que se tendía a endiosar a Fernando y a buscar trapos sucios de sus rivales. De este modo, ver 17º al asturiano muy alejado de Ocon sin percibir excevisas quejas por parte de Gonzalo supuso incluir un halo de esperanza al tarro de las esencias al sentido común.
Al fin y al cabo, por mucha pasión que exija formar parte de este deporte y, para más inri, en un determinado equipo, las mariposas en el estómago suelen alinearse con una oda a la racionalidad. Y la parrilla de calidad con su consecuente igualdad suponen una transformación de una pasión chovinista a una pasión coherente con el entendimiento que es la Fórmula 1. Así que, efectivamente, ya nada volverá a ser como antes.
Imagen principal vía: @F1
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