
La estrella eslovena afronta su cuarta temporada en la NBA con el objetivo de que los Mavs sigan creciendo. La conexión con Porzingis y la evolución de los secundarios, los factores condicionantes del éxito.
Con el curso NBA recién arrancado, llega uno de los momentos más esperados de la jornada inicial: el regreso de Luka Doncic a la competición oficial. El base de Liubliana se ha convertido a sus 22 años en una de las máximas estrellas de la competición, reventando todas las expectativas desde su llegada a EEUU en 2018. Gracias a su espectacular adaptación, Doncic se ha convertido en la figura indiscutible de los Mavericks, sobre la que pivotará el futuro de la franquicia durante los próximos años.
Luciendo un aspecto físico muy cuidado y manteniendo su ambiciosa mentalidad, el esloveno ya se ha marcado un objetivo para esta temporada: el anillo de campeón. Sin embargo, las expectativas son, aparentemente, más moderadas para su equipo. Dallas ha realizado ciertos retoques en su roster, pero el núcleo duro de la plantilla se mantiene.
El principal cambio para la franquicia texana llega a través de la dirección técnica. Tras 13 años al frente del banquillo, Rick Carlisle deja paso a Jason Kidd, exjugador del equipo y campeón en el año 2011. Además, Nico Harrison sustituye a Donnie Nelson como General Manager.
La relación Doncic-Porzingis, punto neurálgico del equipo
Las opciones de llegar lejos este año dependen en buena medida de la pareja Doncic-Porzingis. En la eliminatoria de playoffs frente a Clippers la pasada temporada, los Mavs echaron en falta la aportación de su segunda espada. Anclado en las posiciones de triple y con decreciente importancia en los sistemas, Porzingis parecía más fuera que nunca del equipo. Incluso llegaron a sonar rumores de traspaso este verano como consecuencia de la desconexión del letón.
No obstante, la llegada de Kidd parece haber aportado una bocanada de aire fresco. Con una mayor presencia en el poste y recuperando sensaciones con Doncic, Porzingis ha ofrecido una versión muy mejorada durante la pretemporada. La contribución del letón en ambos lados de la cancha ha de ser, por tanto, decisiva para la progresión del equipo.
Mejorar la defensa, pero conservando la esencia ofensiva
En el cómputo global, Kidd debe resolver los viejos problemas que arrastra Dallas. En primer lugar, la excesiva dependencia de Luka Doncic: el esloveno, uno de los jugadores con más minutos de la liga, suele notar el desgaste físico en los minutos finales de los encuentros. En su ausencia, sus compañeros sufren sin la presencia de la principal referencia ofensiva del equipo.
Para paliar esta carencia, se antoja fundamental la progresión de los jugadores de perímetro. Jalen Brunson, cuarto en el premio a «Mejor Sexto Hombre del Año 2021», ha experimentado una notable mejora y está llamado a dirigir al equipo desde el banquillo.
Por otra parte, los Mavs consiguieron retener al agente libre Tim Hardaway Jr. El escolta se ha convertido en una de las piezas fundamentales gracias a su anotación exterior, alcanzando la madurez de su carrera. Además, Ntilikina, Reggie Jackson y Moses Brown son las piezas nuevas para aportar solidez al roster.
Un equipo joven que busca seguir creciendo
En definitiva, Luka Doncic seguirá liderando a un equipo que busca crecer en su particular proceso. Tras alcanzar dos participaciones consecutivas de playoffs, el objetivo pasa por superar la primera ronda y afianzar las sensaciones de mejora.
A nivel individual, las apuestas colocan a Doncic como uno de los favoritos al MVP de la temporada. Repetir las inclusiones en el All-Star y en el All-NBA Team son otras metas particulares del esloveno, llamado a seguir haciendo historia a sus 22 años.
Imagen principal vía: Dallas Mavericks.
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