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La lealtad no se exige, se siente

Artículo de opinión sobre la defensa de Carlos Sainz sobre sus equipos hacia los medios de comunicación.

«El amor es como un pedo, si lo fuerzas, es una mierda» es uno de los tópicos españoles más utilizados cuando nos aconsejan que no debemos forzar situaciones favorables para llegar al clímax del placer. Esta frase parece toda una utopía en un deporte en el que ir a la mayor velocidad posible te otorga el mayor pastel cocinado por la gloria.

No es para menos, los premios económicas por victorias incitan en mayor medida al cortoplacismo, prisas que acaban desembocando en proyectos no culminados y vivencias sin tan siquiera convertirse en obras planificadas. Porque aunque la improvisación marca la diferencia, la base de la meditación permite realizar controles orientados para conducir tu sino hacia la victoria.

La lealtad no entiende de cunas

Dentro de esa base, se encuentran valores como el trabajo eficiente, la pasión por lo que haces y, sobre todo la humildad entendida como la lealtad hacia el equipo que tienes delante. Y Charles Leclerc y Carlos Sainz han demostrado tenerla con creces cuando la máquina del fango está puesta a todo trapo para querer ensuciar la imagen de la leyenda Ferrari.

Resulta predecible saber que Leclerc muestra su amor a los colores de Ferrari, ya que ha nacido, crecido y madurado con los de rojo, y conoce la pasión de sus miembros en el trabajo hacia esa marca. Pero claro, no es lo mismo nacer, que «pacer», y Sainz parece que quiere pacer en Ferrari, tras haber pacido en la escudería McLaren.

Aunque el español ha mantenido relaciones positivas con todos los equipos que ha estado, e incluso con los pilotos, resulta meritorio seguir manteniendo el carácter sosegado y educado cuando toca pelear en la cresta de la ola. Tal y cómo contó Pep Guardiola: «el aplauso debilita» y a Sainz se le ha aplaudido merecidamente por sus increíbles años en McLaren, lo que puede poner en jaque su humildad.

Los peores dardos son fruto del subconsciente

Por si fuera poco, existen tentaciones para provocar que Carlos se convierta en una persona que salga por la puerta de atrás en Ferrari. Al fin y al cabo, el efecto Pigmalión pretende que la profecía autocumplida llegue a buen puerto, y el exterior predice inconscientemente qué el madrileño pase con más pena que gloria. Preguntas como dejar caer que si da miedo el nuevo David Coulthard, si la sombra del Cavallino puede quemarte con el paso de los años o si tiene una personalidad múltiple por su capacidad de llevarse bien con el resto de pilotos y querer derrotarles en la pista son una muestra del doble rasero de la intencionalidad comunicativa de un sector de la prensa.

Imagen
@Carlossainz55

Para empezar, ¿por qué hay que faltarle el respeto a un piloto que ha competido durante más de una década en Fórmula 1 en grandes equipos como McLaren, Williams y Red Bull? Además, la personalidad múltiple se trata de una enfermedad mental que no debe tratarse a la ligera y, para terminar, ¿por qué ciertos profesionales de la información tienen que etiquetar a Fernando como posible leyenda cuando fichó en 2009, pero ha existido un escepticismo desmesurado hacia la incorporación de Sainz a Maranello?

Paralelismos ocultados

Es cierto que Alonso ya acumulaba dos títulos mundiales y una historia viva y que Carlos Sainz se vistió por primera vez de rojo con dos podios en su expediente. ¿Pero acaso no ficharon por Ferrari en contextos similares? 

La temporada 2009 fue el inicio del dominio del imperio Mercedes con BrawnGP y con la oposición de Red Bull y Ferrari tuvo un año extremadamente complicado. Solamente sumaron una victoria y el trágico accidente de Felipe Massa. Si observamos el año 2020, Ferrari luchaba a duras penas por los puntos mientras que Mercedes y Red Bull se repartían los podios cuando el efecto Mariposa no acechaba en la pista.

Además, Fernando tenía 29 años y Carlos fichó por Ferrari con 26. Tres años de diferencia en la Fórmula 1 no son moco de pavo ante la fuerte presencia de jóvenes talentos y Alonso tendría de compañero a un fuerte Felipe Massa, procedente del programa de jóvenes pilotos de Ferrari, que se encontraba en la cresta de la ola hasta el fatídico muelle de Hungría.

A pesar de tantas similitudes, la diferencia de lealtades de uno y otro es clara. Porque los platos siempre se friegan en casa y Alonso siempre ha querido exponer las suciedades al exterior. Incluso llegó a hacerlo en Renault y en menor medida con Ferrari. En cambio, Sainz siempre ha promovido el mensaje de equipo con una espontaneidad que conquistó el corazón de Mattia Binotto, demostrando que la lealtad se siente, no se exige. 

 

Imagen vía: @Carlossainz55

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