
El Athletic de Bilbao consiguió imponerse «in extremis» al FC Barcelona con una providencial aparición de Iñaki Williams anotando en el último minuto.
Lo que se vivió en la noche de ayer en el Nuevo San Mamés es digno del recuerdo. Otra victoria agónica por parte del conjunto comandado por Garitano, que parece que quiere tener en tensión a su afición hasta el último segundo en este nuevo formato de la Copa de SM el Rey. El Athletic acabó convirtiéndose en el cuarto y último equipo que se clasificaba a las semifinales dejando en la cuneta a un FC Barcelona que dio la cara, a pesar de no estar pasando por su mejor momento.
Ambos conjuntos brindaron un verdadero espectáculo. Quizás no fue un partido demasiado vistoso en cuanto a fluidez, ocasiones y grandes lujos técnicos, pero si que lo fue en lo que es la esencia del balompié. Anoche se respiraba fútbol en Bilbao. El Nuevo San Mamés era una olla a presión con miles de leones rugiendo para llevar en volandas a su equipo hacia la gloria. El rugido final, que fue el que dejó a media ciudad sin afónica, tuvo lugar en el minuto 93 con el gol del heredero al legado de Aduriz: Iñaki Williams.
El Athletic sabía contra quién se la jugaba y salió con un planteamiento perfectamente confeccionado para la ocasión. Dos líneas muy juntas que no permitiesen demasiados pasillos interiores y una intensidad tal, que ganaban prácticamente el 100% de las disputas en el cuerpo a cuerpo. También el equipo daba un paso adelante cuando el club catalán jugaba con el portero para ahogarles en su propio campo, lo que provocó hasta en 4 ocasiones que Ter Stegen regalase el balón a los locales.
Por su parte, el Barcelona no jugó para nada un mal partido, pero acabó muriendo en la orilla. Los de Quique Setién apostaron por tener el control del balón, la posesión y buscar un desajuste defensivo que no terminó por aparecer. Un partido en el que Unai Simón salvó dos clarísimas ocasiones de Messi y Griezmann, que acabaron desesperados. Los azulgranas lo intentaron pero se fueron con las manos vacías después de vaciarse por completo sobre el tapete. El visitar la casa de los leones tiene el riesgo de que si salen con hambre, lo más posible es que te acaben cazando.
Sin embargo, no quiero contarle a mi querido lector la típica crónica en la que el minuto «X» sucede tal cosa. Hoy me he levantado con esa sensación de que en el Athletic ha habido un paso de testigo, un heredero o como lo quieran llamar. La noche de ayer se merece una analogía a la película de «El Rey León». Por eso el título, evidentemente.
Y no lo digo por el hecho de que el Athletic se está acostumbrando a ganar al FC Barcelona. Mi afirmación viene porque veo en Iñaki Williams el verdadero heredero de Aritz Aduriz. Sin embargo, la seguridad en mis palabras no tiene como fundamento sus estilos de juegos. Aritz es ese león viejo, experimentado y con un olfato de gol que le hace intervenir en el momento adecuado, mientras que Iñaki, es ese joven, veloz, que irradia ganas y hambre de convertirse en el líder de la manada. Son muy diferentes, pero transmiten al Athletic ese sentimiento de orgullo que todos los aficionados comparten cuando hablan de su gran león y su pantera.
Solo espero, como seguramente lo haga toda la afición del Athletic, que cuando Aritz Aduriz se retire su legado lo continúe Iñaki. La pantera que dirige a todos los leones del Athletic.