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Grecia contra Portugal, el David contra Goliat del fútbol

La Eurocopa, celebrada en el año 2004, guardó una de las sorpresas más recordadas de la historia futbolística reciente. Con sede en Portugal, albergó una hazaña incomparable, una reedición balompédica de David contra Goliat. La poderosa Portugal contra la aparentemente inofensiva Grecia. El resultado sorprendió a más de uno, dejando a su paso una edición que siempre se mantendrá en nuestras memorias.

Llegaba el año 2004, y con él la Eurocopa, el evento más importante a nivel de selecciones en el viejo continente. La competición era un compendio de experiencia en grandes torneos, potencias del fútbol y nuevos combinados. Así, la todopoderosa Alemania, Italia o Francia luchaban codo con codo contra grandes combinados como República Checa o la anfitriona Portugal. Además, esta juntaba experiencia con la sabia nueva de jugadores de la talla de un jovencísimo Cristiano Ronaldo.

Por otro lado, destacaban selecciones como España, Holanda o Inglaterra, dispuestas siempre a dar la sorpresa. A su vez, Lituania, Grecia, Bulgaria o Rusia, algunas con grandes estandartes en su equipo, se preparaban para exprimir todas sus oportunidades de victoria. De este modo, intentarían avanzar lo máximo posible en la competición.

Entre todos estos conjuntos destacaba la escuadra helénica. Este era un equipo menor, sin grandes estrellas ni individualidades, pero muy bien armado, que jugaba como un colectivo. A lo largo de todo el torneo demostró su valía y capacidad para aprovechar sus ocasiones y materializarlas en gol. La parada final de su intrépida experiencia, la final. El hecho de alcanzar el éxito ante Portugal, el país anfitrión.

Paralelamente, cabe destacar la pobre actuación de España. Fue una gran decepción, en comparación con los inminentes éxitos que llegarían años después. A pesar de llegar como un equipo con posibilidades de hacer cosas grandes, el combinado nacional ni tan siquiera pasó de la fase de grupos. Lamentable y trágico final para la Roja en suelo vecino.

Volviendo al tema precedente, los dieciséis equipos que formaron parte del campeonato celebrado en Portugal fueron responsables de múltiples sorpresas. No solo fue el caso ya mencionado de la Roja, sino que no pasaron de la primera fase ni Italia ni Alemania. Dos de los mayores combinados de la competición cedieron y sucumbieron ante los sorprendentes esfuerzos de selecciones menores sobre el papel.

Grecia, la mayor revelación del torneo, comenzó por la puerta grande, derrotando en el partido de inauguración a Portugal, conjunto anfitrión, por 2 a 1. Poco después, aguantaba frente a España para sumar un punto en su segundo encuentro. El conjunto heleno comenzaba a mostrar sus credenciales. Era la invitación al resto del mundo del fútbol que señalaba lo que, como equipo férreo y unido, podían hacer.

Simultáneamente, el equipo luso vencía en su tercer partido por la mínima a la Roja, mientras Grecia pasaba sin esfuerzos a la siguiente fase. En esta, Portugal dejaba en la cuneta a Inglaterra primero, en una fatídica tanda de penaltis, y a Holanda después. El combinado portugués se acababa de convertir en la gran favorita para llevarse el torneo. Se erigía así en el puesto de rival de más entidad a aquellas alturas de campeonato. Además, jugaba como anfitriona, por lo que lo tenía todo a favor.

El camino de Grecia fue, quizás, menos lustroso y lleno de sufrimiento. Jamás se rindió ni bajó los brazos. Pasó a la fase de grupos únicamente marcando 4 goles y centrándose en su férrea defensa. Ya en cuartos, gracias a un solitario gol de Charisteas, derrocaba a Francia. En semifinales, la historia se repetía: un tanto de Dellas en la prórroga acababa con la República Checa. De este manera, los helenos se convertían en finalistas .

Pese a la sorpresiva victoria de los griegos sobre los portugueses en fase de grupos, sin duda el claro favorito era el combinado anfitrión. Con futbolistas de la talla de Deco, Figo, Rui Costa o Cristiano Ronaldo, el conjunto luso era claramente superior al griego. Sin embargo, esto sólo se mostró sobre el papel. Sobre el césped, el equipo heleno iba a defenderse con uñas y dientes para buscar la ansiada gloria, su primer torneo continental.

Sin embargo, el partido siguió el transcurso esperado. Tras sufrir un abrumador dominio de los portugueses, el héroe Charisteas iba a aprovechar un solitario disparo para anotar un gol que hizo historia. Tras ese instante, Portugal fue incapaz de igualar el encuentro. No se puede decir que no lo intentara, a pesar de sus numerosas oportunidades y esfuerzos. Pero se topó con un muro impenetrable.

La victoria helénica llegó, inevitablemente. Grecia se acababa de convertir en campeón. Su fútbol, carente de la calidad y lo vistoso de los equipos a los que había derrotado, conquistó Europa. Con un fútbol austero, poco atractivo y basado en la defensa tuvo una efectividad total en aquella edición de la Eurocopa. Sin entrar o no en lo bonito de su juego, su manera de jugar le sirvió para ganar. De esta forma, esta selección se convirtió en el campeón del viejo continente por primera vez.

Imagen Principal: Besoccer

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