Artículo reflexivo sobre un 2021 que no se puede entender sin el éxito del deporte español.
2021 parecía que iba a ser el año de la esperanza después de haber sufrido un horrendo 2020 por la aparición de un virus que no estaba invitado a la fiesta. Nada más lejos de la realidad, el efecto mariposa no cesó desde el día 1 con Filomena. Le secundó un semiconfinamiento, manifestaciones por la detención de Pablo Hasel, el asalto al Capitolio, la victoria de Isabel Díaz Ayuso, la subida de la luz o el asedio talibán demostraron que el sufrimiento no había acabado.
Debo reconocer que a nivel personal me he encontrado en una situación en la que se toca fondo a nivel emocional. La esencia del deporte te lleva a levantarte, sabiendo que cada día es una final y la derrota de ayer puede compensar por una victoria en el mañana. Se puede salir de la quema, y España lo demostró siendo el país más vacunado de la Unión Europea y quién menos restricciones ha implantado.
Creo q en mi vida van a dejar de emocionarme estas imágenes.
Adiós, 2️⃣0️⃣2️⃣1️⃣.
El año que tocamos el cielo 🥲. pic.twitter.com/cavHdheSAc
— Villarreal CF (@VillarrealCF) December 30, 2021
La grandeza rojigualda acechó para demostrar su poderío para solventar situaciones inigualables. Hay una España que lucha por un propósito único y otra dispuesta a hacer el mal en nombre de un país tan bello. Precisamente ver cómo una nación demostró su grandeza en la Eurocopa y en los JJOO mediante triunfos, pero sin llegar a la cima supuso el pistoletazo de salida para limpiar el mal acechante en mi interior.
No hace falta ser el primero para ser un triunfador, porque los perdedores terminan abocados al destierros, pero los drogodependientes de la gloria terminan cavando su propia tumba. Al fin y al cabo, los audios de Florentino Pérez o las tropelías cometidas por Michael Schumacher para conseguir siete títulos Mundiales demostraron la mezquindad que puede llevar a cabo el ser humano para encontrar semejante droga como es el primer puesto.
Quizás esa es la razón por la que el Real Madrid dejó de ser una prioridad para que el corazón se tintara de amarillo. El Villarreal reflejó aquel sentimiento basado en saborear la victoria sin perder la paz mental. ¿Qué mejor momento para hacerlo cuando el club ganó su primer título europeo y puso en jaque al Campeón de Europa en la Supercopa? Más bien por la lealtad de su plantel como Jeremy Pino, Pau Torres o Gerard Moreno para mantenerse fiel a los colores y defender los de la selección cuando el exterior les ninguneaba.
Tener gloria y ser potencia es todo un orgullo. ¿Pero de que sirve ser el mejor sistema educativo del mundo si lideras la tasa de suicidios? Más de lo mismo podemos decir en la Fórmula 1, categoría deportiva que demostró su grandeza y recompensó a la gente que nunca dejó de creer en sus aptitudes, tanto de la competición, como de sus pilotos españoles. Bravo Carlos Sainz, y bravo Fernando Alonso, por demostrar que el gafe es una etiqueta de mentes envidiosas y que competir es la mejor victoria. A por 2022.
Imagen principal vía: @Carlossainz55
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