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El placer de ganar bajo el tablero

Ensayo sobre diferentes formas de ganar en el campo perfeccionando un estilo de juego.

A finales de 2019, concretamente un 28 de diciembre, el diario Marca se publicó un artículo llamado «La muerte del tiqui-taca» que, como si de una inocentada se tratase, dejaba entrever el enterramiento de un estilo que sacó a grandes equipos como al Barça que ganó las cinco Ligas de Campeones y dos tripletes, la España tricampeona, el Ajax de Rinus Michels, Louis Van Gaal y Ten Hag o la «Naranja mecánica» de Johann Cruyff, entre otros equipos. Al fin y al cabo, en aquel momento, el Liverpool «rock and roll» de Jurgen Klopp era el vigente campeón de la Liga de Campeones y lideraba la Premier League.

Sin lugar a dudas, una de las grandezas del fútbol se fundamenta en la variedad de estilos que te permitan valorar la belleza desde diferentes perspectivas. La potencia física radicada en los conjuntos germanos germinaron un estilo vertiginoso en el que el tempo a toda velocidad con el balón se convertía en un camino hacia la victoria.

Las caras cóncavas y convexas de la belleza

El cruyffismo y el catenaccio son dos ideologías de juego que han irrumpido con mayor fuerza en el planeta fútbol. Este hecho no supone un desmerecimiento al valor de la potencia física que han solido otorgar los conjuntos alemanes, sino porque el público ha solido recordar con un mayor placer nostálgico equipos contragolpistas como el Milán de Arrigo Sacchi, Carlo Ancelotti o Fabio Capello o el Real Madrid de Josep Mourinho, al igual que a un Ajax y a un F.C. Barcelona que han podido vencer gracias al fútbol total.

Imagen
@ChelseaFC_Sp

Aunque ambas pretenden ganar dominando el tiempo y espacio, existen matices que no les impiden imprimir un juego coral lleno de emoción y espectáculo. Porque el mejor Barça de la historia ofrecía un vals a la altura del de  Piotr Ilich Chaikovski empañado en su mítico Lago de los cisnes que imprimía un ritmo dinámico y lo suficientemente sostenible para cautivar un equilibrio entre belleza y emoción.

Precisamente ese sentido artístico de Chaikovski fue implementado en la final de la Copa del Rey por el F.C. Barcelona de Ronald Koeman a la perfección. Dominio aplastante con una sostenibilidad artística y coral que levantó una sonrisa al alma de Rinus Michels al ver cómo Lionel Messi en dos ocasiones, Frenkie De Jong y Antonie Griezmann representaron cuatro orgasmos brutales cuando el Arte llega al éxtasis.

No hay estilo derrotado, sino fútbol muerto

Cuatro es el número mágico que dicta sentencia sobre si se hace el bien o el mal, porque tal y cómo comentó Bruno (Luis Merlo) en un capítulo de La que se avecina, «la música tocada bien emociona, eleva, alimenta el alma, pero lo que hacéis vosotros -los vecinos queriendo «aprender» música- , perdonadme, pero no es música, taladra el cerebro, provoca instintos asesinos…». Ciñéndonos al fútbol, los principales enemigos de este deporte son la violencia desmedida y a destiempo, la velocidad que sacrifique el orden táctico, el juego horizontal que incite al sueño o la renuncia al ataque como fruto del pánico o de la dejadez.

Los dos últimos enemigos del fútbol de calidad se impusieron en dos duelos de la temporada 2020-21: la semifinal de la FA Cup entre Chelsea y Manchester City y la final de Copa del Rey que disputaron el Athletic Club y el F.C. Barcelona. Comparando ambos duelos, siempre hubo un estilo ganador distinto, pero no siendo a consecuencia de un duelo titánico, sino porque hubo un club que practicó el arte de ganar desde el tablero de ajedrez a través de una composición musical mejor aplicada que otro.

Tuchel y Koeman, la cara y la cruz

Por un lado, Thomas Tuchel imprimió una defensa posicional que no tenía pavor a robar y, por tanto, despertar a un Manchester City viciado en el plácido y paulatino sueño, ya que las grandes jugadas como fruto de la dupla Timo WernerHakim Ziyech espabilaban a un cerebro ansioso de gran fútbol.

Quedó la sensación de que el cruyffismo estaba agotado, pero otro alumno de la escuela Ajax apareció como es Ronald Koeman para tener una autoritaria posesión ordenada, rápida capaz de ofrecer un ataque electrizante a un equipo refugiado en el estatismo defensivo más absoluto.

En definitiva, el 19 de abril de 2021 no ganó el cruyffismo, ni tan siquiera el catenaccio, sino un conjunto de orquestas capaces de aplicar un concierto a las mil maravillas, porque el fútbol es de emocionar a través del balón, y no darle el minuto de gloria a personas cerradas de mente. 

Imagen vía: @FCBarcelona_es.

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