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El milagro de ver un partido

Artículo de opinión sobre el placer de presenciar el balompié tras haber acechado la pandemia.

Cómo si de una predicción se tratase, Enrique San Francisco realizó su última interpretación en el spot de Navidad de 2020 de Campofrío antes de morir después por COVID-19. En dicho anuncio señalaba el «milagro cojonudo que es estar vivo», sobre todo en una pandemia que ha generado un efecto mariposa devastador para muchas personas.

Al fin y al cabo, el coronavirus no fue el único elemento que ha puesto en jaque la salud de la humanidad, ya que elementos como los problemas cardiacos o las enfermedades cancerígenas y mentales no dejaron de implantar heridas complicadas a la hora de cicatrizarse.

Fútbol como medicina a la tristeza

Pero por muchos problemas que existan, siempre hay cabida para el entretenimiento y el fútbol es uno de los principales materiales para conseguir dicho objetivo. Aunque mucha gente lo sigue catalogando como «un juego en el que toca meter una pelota en una portería», siempre hay cabida para lo profundización.

No solamente podemos percibir similitudes de sensaciones entre el ritmo de determinados estilos musicales y el de una metodología de juego futbolístico. También tenemos componentes emocionales que dan que hablar en el fútbol

Gane quién gane, gane el espectador

Cabe recordar que MARCA anunció en unas de sus portadas a principios de mayo de 2021 que se vaticinaba una semana catalogada como un homenaje al balompié. El Chelsea-Real Madrid no pasó inadvertido, ya que aunque los madridistas quedaron decepcionados por el 2-0 encajado, el ritmo y el encuentro entre emociones no cesó.

Bien es cierto que el repaso táctico y técnico de Tuchel estuvo presente. Tampoco debemos olvidar a un Real Madrid que se agarró al poder del corazón de los sueños ante un equipo desdibujado en el tablero, mientras que las piernas agonizaban, pero se resistían a perder con la ayuda de Thibaut Courtois y los palos.

Finalmente, Tuchel entró al final para enfrentarse a un Pep Guardiola que demostró que el valor del entrenador como líder de un proyecto. Puede ser la punta del iceberg que representa la alegoría existente entre el fútbol y la vida, ya que el hecho de asombrarte y no dejar de poner el ojo en la pantalla muestran su viabilidad.

Veo el fútbol, luego existo

Y gane quién gane, resulta cojonudo pensar que puedes vivir para ser testigo de un espectáculo tan entretenido, haya o no haya Superliga, sobre todo, si sabes otorgarle al fútbol las sensaciones racionales o tremendamente emocionales que tanto demanda el ser humano.

Al fin y al cabo, mucha gente echó en falta al fútbol cuando llegó el confinamiento y, a pesar de que se puso vivir sin él ante el acecho de la primera ola, su llegada otorgó un sentimiento de vivacidad ante la paralización de la vida cotidiana en marzo de 2020.

Cómo olvidar a la gente que se ha ido muriendo en la crisis del COVID-19 y han sentido por última vez el significado del placer viendo un partido de fútbol. Su vuelta fue un milagro como muestra de estar vivo, y cada gol marcado no deja de hacer sonreír a cada persona que se fue en plena pandemia.

 

Imagen principal vía: @realmadrid

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