Artículo de opinión sobre la necesidad de encontrar o mejorar caminos para asegurar la sostenibilidad del fútbol.
El proyecto de la Superliga supuso un efecto mariposa para el mundo del fútbol. El deporte rey comenzó a monopolizar el contenido argumental de la opinión pública, ya que en tiempos de pandemia, se hacía evidente el hartazgo de tener en la boca términos como colapso sanitario, pandemia, vacunas o inmunización, entre otros términos.
Pero a pesar de los intentos de buscar otros temas que te hagan intentar creer que es una pesadilla de la que puedes despertar, el cerebro se queda encallado en el océano de la injusticia cuando te percatas de la crisis económica, política y social avecinada después del COVID.
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👔 El presidente del @RealMadrid y de la Superliga charla con @ManuCarreno
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— El Larguero (@ellarguero) April 21, 2021
Le pese a quién le pese, el fútbol forma parte del sector productivo de este país, concretamente un 1,37 % del PIB de España datado en 2019. Su porcentaje no es moco de pavo y, por tanto, haber escuchado a Florentino Pérez decir que el arte balompédico está perdiendo adeptos, sobre todo por parte de una población joven que, ni tan siquiera, es capaz de aguantar 90 minutos viendo un único partido.
Los datos no engañan…
Los datos hablaron por sí solos en el mismo fin de semana que Florentino Pérez clamó al cielo la salvación del fútbol. Se disputó una jornada de liga decisiva de una liga a cuatro junto a los Grandes Premios de la Emilia Romaña en Imola o el de Portugal de Motociclismo. Ambos eventos supusieron un 3,3 % y un 3,8 % del share respectivamente, siendo superados únicamente por el Getafe-Real Madrid con un 5,8 %, rozando el millón de espectadores. Por tanto, de nueve partidos de liga disputados, solamente hubo uno que para colmo acabó 0-0 entre un candidato al título como el Real Madrid y otro más humilde con un fútbol más tosco representado por el Getafe.
Ciñéndonos al puro espectáculo, el sentido común bañado en adicción a la emoción lleva a anteponer los ojos a encuentros en los que te juegas el trofeo doméstico o coger una posición que te permita entrar en competición europea ante otro de media tabla o, incluso, de lucha por el descenso. Pero guste o no, es un símil a comprender por qué tiene mayor rentabilidad una semifinal de Rolang Garros entre Rafael Nadal y Roger Federer que unos octavos de final.
…pero los argumentos dejan flecos
Este cúmulo de argumentos puede suponer una apología a la oligarquía de clubes que tanto gusta etiquetar, sin obviar las razones que han llevado a tales diferencia de talentos entre los clubes que producen la gallina de los huevos de oro y otros que acaban aferrándose a las migajas de la riqueza generada. Precisamente el hecho de verse sometidos a la famosa pirámide de la que habló Florentino Pérez en El Chiringuito de Jugones y El Larguero.
Sin embargo, ¿la pirámide es la solución a promover el fútbol sostenible? Resulta curioso que no deje de hablarse de repartir a equipos pequeños, mientras que estos equipos «del pueblo llano» hablen de la necesidad de ganarse los privilegios en la competición. El Valencia y el Villarreal se aferraron al famoso dicho de «el fútbol es para los aficionados», Pero fueron los propios aficionados quiénes registraron unas audiencias contra Alavés y Villarreal respectivamente de menos de 70.000 espectadores tras las famosas quejas contra «los clubes más ricos».
Búsqueda de un crecimiento colectivo
Aunque las diferencias de audiencias entre «ambos mundos» son diferentes, ¿es necesario mantener el establishment de trajes más grandes para los equipos más potentes y vestimentas más pequeñas para equipos con menos poder? Siempre hay diferencias de talentos y ambiciones, pero el cerebro y el corazón tienden a sentir mayor atractivo hacia las almas más talentosas. La cuestión es, ¿Cómo se puede pasar de la talla pequeña a la grande?
Si el propio Florentino Pérez no ha dejado de señalar la necesidad de financiar el «fair play financiero», también es necesaria la perfección de la estabilización presupuestaria y, por supuesto, un mayor acercamiento entre un reparto equitativo de las primas por las posiciones en función de las evoluciones experimentadas por cada equipo.
Al fin y al cabo, los huevos de oro seguirán produciéndose si aumentan las gallinas productivas, y no ceñir la riqueza del deporte rey hacia un círculo selectivo. Porque la grandeza del fútbol llega cuando se incrementa el equipos que dejan su huella en los archivos de la historia. La pregunta es, ¿hacemos camino a través de la ética o lo hacemos dándole una mala interpretación al poder de Don Dinero?
Imagen vía: @ellarguero