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El Atleti o la capacidad de transformarse

El equipo rojiblanco volvió a vivir, frente al Inter, una de esas noches en las que parece que nada de lo que ha pasado importa, ante el gran reto que hay por delante

El equipo rojiblanco volvió a vivir, frente al Inter, una de esas noches en las que parece que nada de lo que ha pasado importa, ante el gran reto que hay por delante.

“Ad Augusta per Angusta” se leía en el tifo que preparó la afición rojiblanca para el partido de ayer ante el Inter. Algo así como “la gloria cuesta”, que el Atleti representa a la perfección. Cuanto más cuesta, más gloria… y más motivación. Y se encarga de demostrarlo. Y es que en cuatro días ha pasado de perder ante un equipo que llevaba seis meses sin ganar, el Cádiz, a vencer a uno de los mejores equipos de Europa, que todavía no había perdido fuera de casa esta temporada. ¿Cómo se explica?

Lo primero es que la idiosincrasia cuenta. Al Atlético le “pone” lo difícil y se crece en la dificultad. Lo hace como equipo pero también a nivel individual. Y es que cómo se explican si no, los minutos sobresalientes de Ángel Correa en una temporada en la que no le sale nada, la actuación soberbia de Memphis cuando le cuesta tanto en otros muchos partidos o que Oblak, por fin, haga su tanda de penaltis soñada, tras haber perdido las anteriores. Se explica fácil: era un contexto perfecto para este equipo en el que está siendo su escenario ideal.

Sí, hablo del Metropolitano. Un estadio en el que el alma del Calderón empieza a estar cada día más presente. ¿Exagerado? No lo creo. Porque esto ocurre cuando la afición juega. Y los números del Atleti en casa, desde hace un poco más de un año, son de los que hacen historia. Esa conexión entre jugadores y afición simplemente ha ocurrido y está siendo maravilloso para cualquier aficionado que asiste a un partido allí. Porque no va de entenderlo sino de sentirlo. Y si quieres entenderlo, los números hablan por sí solos.

De nuevo, todo vuelve a lo mismo. El Atlético es un equipo emocional. Lo es su entrenador Simeone y por eso es leyenda, su capitán Koke, un corazón rojiblanco con patas o Griezmann, la sensibilidad hecha jugador. Y sí, esto también juega malas pasadas en ocasiones que se compensan con noches como las de ayer. De las que no se olvidan. Una noche inolvidable en la que es buen momento para recordar que estos mismos jugadores que son héroes hoy, no deberían ser villanos mañana. Y es que esa vorágine emocional con la que se vive este equipo también provoca que se les ame o se les “mate”, en cuestión de días.

Y aquí, quiero hacer especial mención a Saúl. No le están saliendo las cosas y ya sabemos cómo es el fútbol (y especialmente el Atleti). Yo de ayer sacaría dos lecciones: que estar unidos siempre va a ser mejor para todos y que cuando un soldado se cae, el resto le levanta. Saúl reconoció ayer, tras el partido, estar caído. Y eso le honra. Conviene recordar que no siempre que se quiere se puede aunque a veces se confundan ambos términos. No queda otra que seguir trabajando, como él mismo dijo en su mensaje, y estoy seguro que va a ser mucho más fácil con un ambiente como el que desde ayer queda instalado oficialmente en el Metropolitano… hasta el domingo. Así es el Atleti.

 

Imagen principal vía: Photo by JAVIER SORIANO/AFP via Getty Images.

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