Artículo de opinión sobre el glorioso séptimo día de la delegación española en los JJOO
Este artículo puede resultar un perfecto ejercicio de hipocresía resultadista sobre la delegación española, pero uno debe juzgar al plátano por su sabor, no por el estado de la cáscaras. Extrapolándolo al panorama periodístico, ni el artículo más vale prevenir que curar era abocar a los deportistas españoles olímpicos al destierros, pero qué manera de gozar no pretenda abrir una ventana hacia el optimismo desmesurado.
Simplemente, no somos de piedra y me es imposible darle la espalda al placer de la euforia cuando la bandera de mi país aparece en el podio de una competición, y ni hablemos si suena el himno. Bueno, no llegué a escuchar la marcha real por el primer oro de la delegación española en Tokio, cuyos autores fueron Fátima Gálvez y Alberto Fernández.
Ganar contra pronóstico y con todo pronóstico…
Tras días en los que la posición española en el medallero resultaba escasamente alentadora, los disparos al lugar necesario dieron el primer oro para España, retratando el placer de haber dado por fin en el punto necesario. ¿Qué mejor forma de motivarte con un oro de España antes de jugarte el bronce olímpico ante un todopoderoso número uno del Mundo como Novac Djokovic?
Había que meter todas las bolas posibles disputándolas como si fueran las últimas balas, que Pablo Carreño fue precisamente la única baza existente en tenis en la lucha por las medallas. Era consciente del papel que representaba y al igual que Rafa, no dio nada por vencido, ni perdió la paciencia cuando pudo haber sentenciado la medalla en el segundo set, ni en las cinco bolas de partidos.
↪️ Entra al campo en el minuto 92.
✅ Empata el partido en el 93.
⚽️ Anota el 4-2 en el 117.
🔁⚽️ Vuelve a marcar en el 121.
🔥 RAFAEL MIR VICENTE 🔥#ElCorazónDeEspaña @SeFutbol pic.twitter.com/DneQug9NYe
— Comité Olímpico Español (@COE_es) July 31, 2021
Finalmente, se gritó el bronce y me percaté del placer cojonudo de cantar una victoria de mi país. Era el segundo y quedaba el plato fuerte del fútbol. Era plenamente consciente de que cada victoria tendría su dosis de sufrimiento, pero claro, todo éxito de la vida exige una incertidumbre compensaba con una alegría enorme.
El placer es el mismo, pero sufriendo
Dicen dos amigos míos colchoneros que eso es experimentar el sentimiento de un aficionado del Atlético de Madrid, ya que ellos gastaron 38 marcapasos hasta que ganaron la liga 2020-21 y siendo catalogados como un tercero en discordia. Ese mismo sentimiento tuvo mucha gente, incluido yo mismo cuando nos enteramos que Carreño se jugaría el bronce ante el todopoderoso número 1.
Efectivamente, me equivoqué en menospreciar el talento del español. No debería haberlo hecho, sobre todo si nunca he sido una persona apasionada por las grandes competiciones del tenis, ya que al igual que en fútbol o baloncesto, la igualdad no permaneció ajena al deporte de la raqueta. Quizás esa sorpresa lleva a disfrutar de este oro.
Un calco del España-Croacia
Una manera de disfrutar es de celebrar el éxito a través de la sorpresa, pero otra muy distinta es realizando un meticuloso ejercicio de concentración viendo el encuentro de cuartos de final del torneo de fútbol masculino entre Costa de Marfil y España. Precisamente el mero hecho de ser consciente del efecto devastador de la globalización del fútbol en pro de una mayor incertidumbre hacía entrever un duelo de emociones fuertes.
Bueno, y también porque la generación de los Unai Simón, Pau Torres, Eric García, Pedri, Dani Olmo y Mikel Oyarzábal abrió otra batalla feroz entre el sentido común y el resultadismo tóxico de la que yo decidí formar parte. Desde que España le propinó un 6-0 a Alemania en la Liga de Naciones, opté por apostar por defender a ultranza a este equipo debido a su juego de autor y con la percepción de encontrar a una familia dentro del plantel.
Honestamente, cuando tienes una familia forjada sin aparecer un apellido de por medio, el sentimiento de pertenencia a un grupo sabe mejor. Si lo percibo en mi pandilla, imagina en un colectivo excesivamente castigado por la opinión pública deseoso de ver cómo se estrellan para ponerles la puntilla. Pero los grandes siempre se levantan, sea cuál sea el destino.
Ni el gol inicial de Costa de Marfil precedido de la retirada de Mingueza por lesión, ni el gol anulado a Oyarzábal y ni el gol en el minuto 90 de los africanos arrugaron a los chicos de la Roja. Rafa Mir fue uno de los cambios y se convirtió en el héroe inesperado por haber metido gol en el minuto 93 para forzar la prórroga y haber puesto el cuarto y el quinto en la prórroga cuando el rival se descomponía.
A pagar, a pagar
Finalmente, el marcador reflejó un 5-2 para los españoles, que incluye un gol de Olmo y de Oyarzábal desde el punto de penalti en otra media hora. Dichos tantos nos hizo volver a aquel mes mágico de la Eurocopa 2020, ya que el mensaje de pasen a pagar por caja volvió a aparecer. Honestamente, uno goza más cuando tu propia teoría acaba imponiéndose en beneficio del éxito y a cerrar bocas llenas de arrogancia.
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Por tanto, cuando vi trompear y estrellarse a Carlos Sainz en la clasificación del Gran Premio de Hungría, no llegué a enojarme excesivamente, ya que conocía la capacidad del madrileño para luchar contra vientos y tempestades. Quizás la Fórmula 1 no merezca aparecer en este capítulo porque no forma parte de los JJOO, pero el madrileño demostró ser el español tapado como Carreño y una persona persistente como Fátima Gálvez hasta llegar al Oro.
Si os tiráis del barco, no os subáis después
Tampoco podemos olvidar comentarios desafortunados de aficionados anónimos dispuestos a tratar al madrileño como un pintamonas con madera de mediocre. Dichos calificativos recuerdan a los vertidos contra la selección española de fútbol, pero ambos optaron por alejarse de la toxicidad cuñada dispuesta a hundir reputaciones.
Al fin y al cabo, la actuación en el césped, en la pista y, generalmente, en la vida, determinan la efectividad del talento personal en la jungla de la vida. O comes, o te comen, esa es la vida, y cabalgar alimentado de éxito aporta las suficientes hormonas de la felicidad para seguir adelante con un claro objetivo, seguir probando diferentes maneras de gozar.
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