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Diario de unos JJOO: «De un «pueblucho» al cielo»

Artículo de opinión sobre la primera medalla de oro de Sandra Sánchez en la Historia del Kárate en los JJOO

El día 12+1 de los JJOO de Tokio me trajo sensaciones contrapuestas, pero necesarias de unir en búsqueda de una mejora sustancial de las prestaciones deportivas de España, sobre todo el alcalde conservador de Madrid, José Luis Almeida, confesó su intención de retomar el sueño olímpico de cara a 2036. Haciendo números, observo que me pillaría a los 38 años de edad, casi 39, curiosamente a la edad con la que mi paisana manchega Sandra Sánchez aseguró su medalla olímpica en kárate.

Digo paisana porque aunque ella resida en Talavera de la Reina, nuestro lugar de origen es el mismo, Castilla-La Mancha, por lo que el orgullo de medalla es mayor al haber barrido para mi región. No se trata de tener un carácter tan rancio como cierto sector nacionalista de España y/o de Cataluña, pero si de sentir cierta satisfacción porque una de las regiones más infravaloradas de la geografía española añadió un deportista olímpico más en su haber.

Orgulloso de ser ciudadano del mundo

A pesar de mi orgullo de ver la bandera castellano-manchega en lo más alto, me considero mucho más español que manchego, al igual que me siento más ciudadano del mundo que patriota por amor hacia mi país de origen. Por tanto, intento mirar el progreso de mi vivienda mirando al mundo, o más bien, sin que el resto de vecinos puedan verse pisoteados. Traduciéndolo al panorama deportivo, toda persona justa y feliz desea que la propia región y país progrese sin que el resto de Comunidades y nacionalidades no frenen su progreso.

En fin, ¿Cómo es posible que deportes tan atractivos para el espectador como el waterpolo, el hockey hierba, la natación sincronizada estén enormemente centralizados en territorio catalán? Sinceramente, Cataluña merece un aplauso por haber apostado por la multidisciplinariedad deportiva y, en consecuencia, tirar del carro en muchas ediciones olímpicas.

Rompiendo monopolios

Los monopolios presenciaron como la globalización marcó el principio del final de sus dominios. Por ejemplo, Estados Unidos y muchos países africanos se vieron con más dificultades para vencer en Atletismo. La prueba del algodón fue la victoria del italiano Jacobs en los 100 metros lisos por la que muchos nos alegramos, sobre todo cuando españoles como Adrián Ben o Álvaro Martín, entre otros, demostraron que el Atletismo español llego con un punto más de calidad con respecto a Río de Janeiro 2016.

Todo es muy bonito cuando se abre la veda por el éxito de forma favorable al país de origen, pero los sentimientos se vuelven contrapuestos cuando la igualdad juega en la contra del medallero español. Fue lo ocurrido en piragüismo cuando el pleno de finales cosechado el 5 de agosto no se tradujo en ninguna medalla, situación aprovechada por Saúl Craviotto para señalar cómo se había incrementado la competencia por el podio.

Si es tan fácil…, hacedlo vosotros

Los amantes de la competición admirarán una posible ampliación de la veda, pero habrá, hay y ha habido personas dispuestas a desprestigiar cualquier mérito de la delegación española, o bien por parecerles insuficientes, o bien por considerar que «estaba chupado». Precisamente Sandra Sánchez fue un ejemplo de «hipotética facilidad», ya que el kárate era una opción sensiblemente probable para obtener medalla.

Los pronósticos no fallaron, pero si las predicciones sobre las supuestas facilidades para haber conseguido la victoria tan deseada. Muchos creyeron que el camino estuvo totalmente allanado por tratarse de un deporte minoritario, pero la realidad es que se inició a temprana edad en una disciplina dominada mayoritariamente por asiáticos.

Además, si tan sencillo fuesen, la comunidad del sabelotodo hubiera realizado con una facilidad pasmosa sin entrenamiento alguno el ejercicio perfecto que le catapultó al oro. Sinceramente, vi estos JJOO sabiendo tanto de kárate como de chino mandarín, lo que no me impidió poner los ojos blancos de la gozada por ver una obra de arte tan sublime como la de Sandra.

Por si fuera poco, la manchega lo consiguió casi a los 40 años y tras haber estado más de siete años sin haber entrenado en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Se forjó toda su leyenda en su Talavera de la Reina natal, ya que su vocación está por encima del elitismo pomposo que supone vivir en la capital o en una gran ciudad como Málaga.

Más Sandras y menos comportamientos inmaduros

Lástima que existan actitudes de niñatos y, para más inri, encontradas en mi familia en la que se llora desconsoladamente porque las listas dan plaza para estudiar al «pueblucho» de Talavera de la Reina y no a Málaga. Incluso llegó a plantearse estudiar una FP superior, que para su entorno «es como un Bachiller», para evitar el municipio manchego a toda costa.

Menos mal que recapacitó esa persona y se hizo justicia con Sandra, demostrando ante el mundo que se puede contactar con la Gloria desde tu hogar de origen haciendo lo que quieres. Además, muchos artistas y escritores comenzamos a tener la misma fortuna gracias a la mejora de las telecomunicaciones.

Por lo tanto, podemos concluir que toda mejora del botín de medallas pasa por una mejora de las instalaciones y de la publicidad a diversos deportes para que su práctica se vea aumentada. Al fin y al cabo, mi ciudad tiene una demografía de más de 40.000 habitantes, pero con las instalaciones deportivas responden principalmente al Fútbol, Fútbol sala, Baloncesto, algunas artes marciales, Tenis, Atletismo y Natación y la cosecha de medallas no se incrementa fomentando «únicamente» siete-ocho deportes. ¿De verdad que va a hacer falta ser sede olímpica para tener que hacer los deberes? Por favor, antes prevenir que curar.

Imagen principal vía: @COE

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