Di lo que piensa, pero piensa con quién lo dices

Ensayo sobre la necesidad de marcar territorio a favor de una privacidad necesaria para tu salud

La limpieza de armarios siempre supone entretenerte viendo fotos con los que podía recordar mis años de adolescencia llenos de inseguridades y ganas de vivir cada momento. Ambas características aparecían con total perfección en la red social de nuestra generación, el Tuenti, ring de boxeo para soltar nuestras frustraciones a base de frases llenas de filosofía.

Un amigo al que catalogaban como antisocial acabó sucumbiendo a la atracción de la red social llamándose Nicolás Copérnico. Fiel a su afán de darle sentido científico a toda la energía respirada por parte de dicho astrónomo, escribió como estado/reflexión en su primera publicación: di lo que piensas, pero piensa lo que dices.

Es una regla de oro aplicada sin cesar en cada palabra escrita, que no deja de ser una excepción si analizamos los audios filtrados por parte de El Confidencial para dejar en mal lugar a Florentino Pérez. Si Raúl y Casillas salieron mal parados, Cristiano Ronaldo y Mourinho no se quedaron lejos. Lo que les faltaba a dos personas tremendamente honestas y trabajadoras, cuyas artes le jugaron malas pasadas en ciertos momentos como madridistas.

Vigila a las personas «de confianza»

Las palabras del empresario y emblema del Real Madrid no causaron espanto a aquellas personas con un ojo clínico desarrollado para identificar virtudes y defectos ajenos. Pero por muy honestas que parezcan las declaraciones y por mucha maldad que haya existido en la filtración de los audios, se ha demostrado cómo el pez puede morir por la boca.

En otras palabras, si mi amigo en sus años de adolescente sobre hormonado tecleaba que pensáramos lo que decimos, yo escribo en una calurosa tarde de verano de 2021 que además de pensar lo que decimos, es necesario saber a quién le podemos contar nuestras intimidades. No importa si se trata de un secreto personal o si tenemos delante un dilema empresarial, siempre habrá personas dispuestas a darle puñaladas usando cualquier debilidad personal.

«Tía vinagre» es algo que suele decir cuando es testigo de familiares suyos otorgando facilidades para enseñar sus aposentos a individuos ajenos. Sin duda, no esperaba menos de una persona tan arisca hasta el punto de no abrirme las puertas de casa hasta haber cumplido tres años como pareja. Puede parecer excesiva la espera porque uno deseaba poner los pies encima de la mesa de la casa de la suegra, pero el hecho de superarlo supuso un pase vip a tener toda la confianza del mundo hacia esa persona.

La ambición desmedida llega a la traición

Otras personas suelen abrir las casas de par en par a las primeras de cambio, sabiendo que cualquier intimidad puede jugando en su contra, sobre todo si hablamos de personas con gran poder adquisitivo o de un colectivo al que le une una hipotética amistad consolidada. ¿Cuántas relaciones de amigos han podido romperse porque los secretos han ofrecido oportunidades irrechazables para ejercer el chantaje emocional, o incluso sexual?

Han sido muchas, y solo cabe recordar que el buen compañerismo suele convertirse en un componente diferenciador en el fútbol. Ojo, establecer relaciones sanas en un vestuario no es sinónimo de tener un comportamiento mojigato, ya que hace falta hablar los problemas para solucionarlos. Eso sí, tal y cómo decía la artista Rocío Jurado, que arda la casa, pero que nunca se huela el fuego en la calle.

Salve la dignidad quién pueda

En otras palabras, los platos se lavan en casa, pero no todos están preparados para ver ciertas intimidades. Nos puede dar mucho morbo penetrar en dichas entrañas, concretamente cuando el Periodismo se vio secuestrado por el coste por click. Desafortunadamente, solamente importa conseguir visitas por encima de la ética ceñida al respeto a la privacidad.

La información sobre cualquier asunto íntimo relacionado sobre cualquier equipo y/o deportista causa satisfacción a todo periodista que lo acaba consiguiendo. Yo mismo conozco informaciones jugosas con las que pudiera dar el salto al estrellato en un mundo sensacionalista, pero la conciencia se vería mermada. Además de la amistad, el placer de disfrutar mientras vives entre teclas no es superado por cualquier exclusiva.

Por lo tanto, uno prefiere renunciar a acreditaciones y a estar a pie de noticia para opinar desde tu habitación sobre las exclusivas lanzadas utilizando tu propia experiencia. Mi casa es mi templo y no todos tienen el privilegio de verme devorar el teclado en directo. Siendo honesto, ni quiero que me vean leer lo que voy escribiendo en vivo y en directo.

Imagen principal vía: @realmadrid

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