
Defensa y Justicia es un proyecto estimulante, atractivo y estable desde hace años. Ayer logró la ansiada recompensa, de la mano de Hernán Crespo.
¿Fue este título un One Season Wonder?
Nada más lejos de la realidad. Defensa y Justicia no ha triunfado este año en la Copa Sudamericana por una cuestión de poderío cualitativo, o por haber agarrado una buena dinámica. No, lo que vimos ante Lanús en la final de la Copa Sudamericana, fue el triunfo de una idea, de un proyecto.
Los de Florencio Varela llevan años apostando por un modelo de juego concreto, desde el cuál, crecer como club. Pasan los entrenadores –Cocca, Holan, Beccacece, Soso, y ahora, Crespo-, pero la idiosincrasia es la misma. No se escudan jamás en la excusa de que no cuentan con el talento que sí tienen otros equipos, o de que el poco que tienen se lo arrebatan en el mercado.
Es imperativo ser un equipo valiente, que asuma la responsabilidad de llevar el balón, tempo y guion del partido. Y hoy, Crespo, demostró que este juego bonito puede ir acompañado de éxitos, también.
Planteamiento de Lanús:
Luis Zubeldía optó por un repliegue bajo, bastante pasivo, en 4-4-2. Esto no fue sorprendente, pues ya se había mostrado así en otras fases de la competición. La idea era tapar líneas de pase por carril central, obligar a Defensa a ser plano y «aburrido», para entonces montar contragolpes verticales. Sobre todo buscando a De la Vega, que brilla de sobremanera en este contexto.
Respuesta de Defensa y Justicia con balón:
Sin embargo, este partido es el que más disfruta Defensa. Un partido donde Lanús no le puso trabas para copar de manera absoluta la posesión, ya instaurado en campo rival. Esto permitía a los de Hernán Crespo utilizar de la manera más óptima a carrileros y delanteros para actuar como fijadores, de amplitud y profundidad, respectivamente. Por dentro jugaron unos excelsos Larralde y Pizzini, que volvieron loco al doble pivote lanusense. Gracias a su movilidad y libertad para intercambiarse roles, consiguieron crear desajustes en el doble pivote de Lanús, lo que acabó por aclarar/generar líneas de pase a los puntas.
Y es que tanto Walter Bou como Braian Romero supieron leer a la perfección cuándo debían fijar profundos a los centrales, y cuándo debían ofrecer un apoyo a espalda de doble pivote rival (sobre todo cuando Larralde atraía a Belmonte).
A todo esto, Enzo Fernández hizo un partido absolutamente absurdo por detrás de Larralde y Pizzini. Adoptando el papel de director de orquesta, fue un bastión al que Defensa se pudo agarrar en todo momento, para asegurar la fluidez de la circulación de balón. Siendo rápido en su toma de decisión y preciso en su ejecución. Y encima, sin balón, se ha mostrado muy sólido.
Respuesta de Defensa y Justicia sin balón:
Esa ha sido precisamente una de las claves, Defensa sin balón no sufrió en ningún momento. Venía siendo su talón de Aquiles, la transición ataque-defensa, pues al ser un equipo tan valiente, con tanta iniciativa que planta sus centrales en el mediocampo, suele sufrir corriendo hacia atrás. No obstante, hoy no se ha visto en esta tesitura, el estar siempre ordenado una vez perdía el balón facilitaba la intercepción de los lanzamientos a la espalda defensiva.
En este sentido, sobre todo en la primera parte, Lanús no logró salir a la contra ninguna vez. Defensa le hundía con balón, mientras se organizaba/compensaba. Esto resultó en que a los de Zubeldía se les hizo muy largo el campo en transición, y que Defensa no tuviera ningún desajuste importante.
La importancia de creer:
Sí, aún más importante que la táctica es la convicción con la que esta se lleva a cabo. Hernán Crespo ha conseguido persuadir a sus jugadores hasta tal punto que se creen -y por tanto acaban siendo- mejores de lo que son. La ausencia de dudas a la hora de ejecutar, hace de Defensa un equipo realmente peligroso.
El hambre y fe de este equipo a lo largo de la edición fue digno de admirar, una historia de Cinderella que llamarían en USA. Pues es un equipo conformado de jugadores que no se consideraban lo suficientemente buenos para el nivel de sus anteriores clubes, y que ahora se juntan todos en un club cuyo mayor logro en su historia fue llegar a unos octavos de final de la misma competición que hoy ganan. Nadie creyó más que ellos, y Braian se encargó de demostrarlo en el segundo gol.
Es cierto que el error de Alexis es grave, pero la intuición que demuestra Braian es la diferencia entre ganar un título o no. Antes siquiera de que Alexis de el pase, Braian ya está esprintando para interceptarlo antes de que llegue a portero, y cómo no, obtuvo su recompensa. Diga lo que diga la prensa sobre la calidad de las piezas, haga lo que haga el rival, Defensa, Justicia y Hernán Crespo tienen claro qué y quién son.
Y hoy, no sólo ganó Defensa y Justicia o Hernán Crespo, sino que ganó una manera de ver el fútbol y, por tanto, una manera de ver la vida. La de los rebeldes, los que se niegan a aceptar lo establecido y rompen con ello para implantar su propia ley; la de la Valentía.
Imagen principal vía: TyC Sports
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