Cuando el espectáculo hace predecible lo impredecible

Ensayo sobre el apasionante inicio de la temporada 2020 de Fórmula 1

Si los niños desean la llegada del 6 de enero por la aparición de la magia de los Reyes Magos en todos los hogares del mundo, los aficionados al motor desearon con toda su alma el inicio de una temporada 2021 de Fórmula 1 tras haber tenido un pequeño parón iniciado el 13 de diciembre.

Interrogantes racionales

El efecto mariposa generado con la marcha de Sebastian Vettel de Ferrari provocó un movimiento en el mercado de fichajes que generó una parrilla de ensueño. Había muchas ganas de ver a Carlos Sainz en Ferrari tras su brillante paso por McLaren, presenciar la sociedad «sonrisas» de la propia sociedad de Woking con el fichaje de Daniel Ricciardo, contemplar la primera oportunidad de Sergio Pérez en un veloz monoplaza con su llegada a Red Bull, el voto de confianza de Aston Martin en un decaído Sebastian Vettel y, sobre todo, la vuelta de Fernando Alonso con el equipo que le dio los títulos, Alpine Renault.

La novedad causa emociones, pero la canalización de las mismas determinan la percepción de la calidad del espectáculo por parte de la comunidad de la Fórmula 1. Porque lo acaecido en cada sesión de entrenamientos y, sobre todo, de test eran dosis de incertidumbre dónde se percibía la ilusión de ver rodar a nuevos monoplazas con cambios de cromos, pero con ciertas dosis de incertidumbre ante la presencia de incógnitas por parte de los equipos.

Caras con conformidad y ambición

A pesar de los interrogantes, siempre hay cabida para el conocimiento de la parrilla por las trazadas, las miradas y las declaraciones. La unión de ambas de todas ellas son el reflejo del alma, y es precisamente su visión lo que determina el funcionamiento. Las sonrisas relajadas cargadas de racionalidad por parte de Carlos Sainz y Charles Leclerc mostraban una mejoría en las prestaciones de Ferrari, pero sin llegar a la deseada lucha por el título. Los resultados hablaron por si solo al obtener un sexto y un octavo puesto por parte del monegasco y el español.

@F1

McLaren se situó a la altura de Ferrari en carrera. El motor Mercedes fue una recompensa al premio recibido durante años, concretamente a la evolución fundamentada en una comunicación llena de complicidad representada por las flamantes sonrisas de Lando Norris y Daniel Ricciardo. El poder del optimismo lleva a disfrutar de lo cosechado sin llegar a la conformidad. Y McLaren le ganó la partida a Ferrari, pero deseando llegar a luchar por el cetro mundial entre Mercedes y Red Bull.

La vida sigue igual en la gloria…

Precisamente la lucha por la victoria la manifestaron los propulsores que rompieron en mil pedazos el eslogan «la vida sigue igual» de Julio Iglesias allá por 2009 para terminar representándolo a la perfección en la primera prueba de la temporada 2021. La inteligencia táctica, la polémica, la culminación del sacrificio samurái, la mecanización del trabajo alemán y el lujo de hacer entrever que juegas al despiste mientras solucionas problemas dejaron entrever un duelo apasionante entre el veterano rejuvenecido Lewis Hamilton y el jovenzuelo experimentado Max Verstappen. 

Al fin y al cabo, la esencia de esta Fórmula 1 exige la presencia de genios con el hambre de una persona que no ha ganado nada, pero con una mente capaz de sacar un gran partido a sus experiencias. De este modo, percibimos cómo dos clásicos de la categoría como Kimi Räikkönen y Fernando Alonso no dejaban de sacar las garras independientemente de la competencia y las aspiraciones de sus monoplazas. Por otra parte, Yuki Tsunoda debutó puntuando gracias a su habilidad de pescar en río revuelto gracias a su ritmo constante y su carácter despierto digno de un guerrero experimentado en el campo de batalla.

…y en la decepción

En la misma medida, fueron predecibles los descalabros, sobre todo el de un Sebastian Vettel al que se echa de menos su mejor versión. El germano conquistó por su capacidad de bailar elegantemente sobre la pista a velocidad de relámpago. Pero las decepciones llevan apagando su brillo desde sus últimos años de Ferrari y la hermosura del Aston Martin quedó contrapuesto a la lentitud de su expresión por la sanción y el inusual toque sobre Esteban Ocon, que tanto apena a quiénes quieren un festival de leyendas en Fórmula 1.

En definitiva, la noche de Baréin reflejó el brillo y la belleza de este deporte cuando penetras en su fisionomía que merece un estudio permanente. Porque uno no deja de aprender, ya que toca seguir comprobando cómo la magia de Imola pretende seguir haciendo que la Fórmula 1 sea predeciblemente impredecible.

 

Imagen vía: @F1

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