La imagen pobre de los chicos de Robert Moreno ante Noruega y Suecia tambalean sus aspiraciones para el próximo torneo de selecciones
La selección española ha logrado el objetivo propuesto, ya que jugará la próxima Eurocopa. Sin embargo, todo el optimismo generado durante este 2019 ha quedado disipado en tierras nórdicas. Un empate a 1 ante Noruega tras haber encajado un gol de penalti en el descuento y un resultado idéntico ante Suecia gracias a un tanto de Rodrigo en los instantes finales han bajado de la nube a muchos soñadores.
Hace dos semanas, redacté un artículo aplaudiendo la línea cruyffista basada en la meritocracia como receta para ganar. A pesar de los resultados, en mi humilde opinión, Robert Moreno sigue trabajando en la línea correcta para triunfar.
No obstante, es necesario realizar un profundo ejercicio de autocrítica. Ojo, no debemos llevar las sensaciones al extremo. Ni el festín español en Madrid en junio ante los suecos nos perfilaban como favoritos ni las decepcionantes actuaciones de este parón de selecciones nos catalogan como carne de fracaso.
Uno no necesita estar ciego para darse cuenta de que los jugadores han alimentado la mecha de la desesperanza. La alta presión y los desmarques de ruptura fueron borrados del mapa, dando lugar a una circulación de balón predecible al pie del jugador y una actitud defensiva estática.
Es posible que el exceso de poblamiento de centrocampistas y no alinear juntos de dos a tres delanteros de inicio incentivó la puesta en escena de un planteamiento más pobre. Aún así, debemos añadir que ha primado la falta de intensidad, hipotecando el resultado al caprichoso destino del esférico.

Además, tampoco vale acusar a los jugadores de «no dar más de sí». Somos conocedores de que su estado de gracia no es el mismo que la España que ganó en 2008 y 2010. Sin embargo, el empuje mostrado en los minutos finales en tierras suecas retratan que las piernas de los internacionales no estuvieron al límite de revoluciones.
En conclusión, existe un grupo sano con talento y hambriento de victorias. Ya está clasificado, por lo que toca tratar el plano emocional. El espectador se ha cansado de ver cómo su selección saca toda su artillería cuando el ridículo acecha en sus conciencias.