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Bendito halo

Este polémico artefacto evitó que el choque entre Verstappen y Hamilton fuera a mayores.

Muchos puristas de la F1 están en contra del halo. Critican su apariencia antiestética alegando que va en contra de la esencia de la competición. Pero, ¿qué importa que el invento sea feo mientras que cumpla con su función? Al parecer hay quienes todavía no ven el riesgo al que están expuestos los pilotos, o que simplemente no les importa porque no se trata de ellos mismos. La que sí tiene clara su línea a seguir es la FIA. La seguridad es lo primero.

El halo es un sistema de seguridad acoplado a la cabina de un monoplaza que protege la cabeza del piloto de cualquier posible golpe con objetos externos. Su estructura de titanio pesa unos 20 kg, y puede soportar cargas de hasta 12 toneladas. Desarrollado por la FIA en colaboración con el equipo Mercedes, fue introducido en 2018 en las diferentes categorías automovilísticas. Sin embargo, su impacto estético generó el rechazo de gran parte de los aficionados, e incluso de algunos pilotos como Nico Hülkenberg.

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Pero la realidad es que el halo ha salvado más de una vida. Tan sólo hay que remontarse al pasado fin de semana. Corría la vuelta 26 en el Gran Premio de Italia cuando Lewis Hamilton salía de boxes justo por delante de Max Verstappen. En un intento por recuperar su posición el holandés alargó la frenada por el exterior de la primera variante, pero Hamilton le estranguló contra la banana de la curva 2. Y pasó lo que tenía que pasar. El Red Bull acabó montado encima del Mercedes con su rueda trasera derecha a escasos centímetros del casco de Hamilton. De no ser por el halo las consecuencias para el británico hubieran sido fatales. El incidente se saldó con una injusta sanción de tres puestos para Verstappen.

Hay precedentes que demuestran la efectividad del halo

Aunque este no es el único episodio donde el halo ha sido protagonista. En la salida del GP de Bélgica del año 2018 Hülkenberg, uno de sus detractores, se llevó puesto a Fernando Alonso, que pasó por encima del monoplaza de Leclerc. El monegasco todavía se acuerda de aquellas marcas en su halo. “¡Bendito halo!” debió pensar también el australiano Alexander Peroni cuando en 2019 protegió su cabeza de un impacto contra las barreras en un vuelo escalofriante por la parabólica. Pero sin ninguna duda el accidente que todavía nos deja la sangre helada es el de Romain Grosjean en el Gran Premio de Barhein de la pasada temporada. Tras un fuerte impacto frontal contra las barreras el francés se vio envuelto en una bola de fuego, y con su Haas partido por la mitad. Su cabeza hubiera terminado incrustada entre los guardarraíles de no ser por este milagroso invento.

Es cierto que en los últimos tiempos la FIA ha adoptado una actitud un tanto sobreprotectora. Pero también hay que admitir que la introducción del halo ha sido un completo acierto. A pesar de que la Fórmula 1 es un deporte de riesgo donde los pilotos se juegan la vida en cada curva, no hay que banalizar con este asunto. Siempre que haya algo que mejore la seguridad, bienvenido sea. Así que los puristas ya se pueden ir acostumbrando, porque el halo ha llegado para quedarse.

 

Imagen Principal: F1.

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Jorge Domec González

Periodista en ciernes. Apasionado del deporte, especialmente del de motor.

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