Australia volvía a disputar un encuentro como local tras 763 días. El trascendente duelo ante Arabia Saudí terminó sin goles.
El 11 de noviembre es una fecha especial para Australia y sus ciudadanos. El país oceánico, así como casi todos los integrantes de la Commonwealth, conmemora a los soldados caídos en la Gran Guerra (y otros episodios bélicos) en el Remembrance Day. Hace exactamente 103 años, el Imperio Alemán firmaba el armisticio y la Primera Guerra Mundial ponía punto y final.
La fase clasificatoria mundialista en Asia bien podría parecerse a la segunda guerra más mortífera de la historia. El encuentro de hoy entre los Socceroos y Arabia Saudí tenía calcos de aquella Batalla del Somme del 1916 por su trascendencia en el contexto general de la contienda. La tesitura previa a la cita era la siguiente: los saudíes lideraban el grupo B a tres puntos de su principal perseguidora, la selección australiana. 12 y 9 puntos, respectivamente. Por detrás, acechan Omán y Japón, con 6. Sólo dos tienen plaza directa para Catar 2022.
Una victoria de los chicos de Hervé Renard hubiese supuesto para los australianos un descalabro similar al que padecieron sus tropas en la Batalla de Galípoli, donde perdieron 250.000 soldados. Para evitarlo, Graham Arnold armó una resistencia parecida a la de los alemanes en la Batalla de Fromelles, donde masacraron a los australianos y británicos que trataron de invadir la ciudad del norte de Francia. Probó con un 4-4-2, poco habitual en su pizarra.
La estrategia, en cierto modo, funcionó, pues Arabia Saudí tardó 80 minutos en crear peligro. La trama del partido, en términos generales, dispuso a Australia como dominadora. Fue un dominio, sin embargo, sutil. Tímido. Estéril. El arquero de los visitantes, cuyo nombre es tan largo como lo fue la Batalla de Verdún, no debió lucirse para mantener su arco a cero. Mohammed Faraj S. Al-Rubaie Al-Yami, Mohammed Al-Rubaie para los amigos.
Los ‘green and gold’ no fueron capaces de aliarse con el balón y devenir destructivos. La salida de balón resultó correosa ante la intensa presión saudí. Los zagueros ‘aussie’, Harry Souttar -que terminó lesionado- y Trent Siansbury, se vieron obligados a recurrir al balonazo en más de una ocasión. Cuando lograban superar líneas y hallarse en dos tercios, parecían cómodos, pero unos metros más adelante, volvían las dudas. La toma de decisión en tres cuartos y zona de finalización no estuvo acertada. Pases erróneos, disparos ampliamente desviados, centros baldíos.
Los diez últimos de Arabia Saudí fueron notables. Dispusieron de tres claras ocasiones y, de repente, tras no haberse acercado al arco de Matt Ryan en 80 minutos, se tornaron tan peligrosos como el Mauser Gewehr 98, el talismán fusil de los alemanes en la Gran Guerra. Estuvo acertado el arquero de la Real Sociedad y evitó la debacle.
Completada la primera ronda, el grupo está más apretado que nunca. Con cuatro claros candidatos a ocupar las dos plazas directas y la tercera de playoff, cualquier encuentro, a partir de ahora, puede ser la batalla definitiva, como la Batalla de Amiens.
Si Japón y Omán vencen en sus respectivos duelos de esta tarde, se pondrán ambos a un punto de Australia y a dos de Arabia Saudí. 5 finales para evitar tener que firmar la rendición.
Imagen principal: Twitter @socceroos
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