Victoria contundente de un Villarreal que retrata la mezcla de sabores percibidas en la Cena de año nuevo.
El Villarreal abrió el año 2022 con ganas de ofrecerle un punto y aparte a un 2021 bañado en oro. Era difícil de superar doce meses en los que se consiguió el primer título europeo oficial -la UEFA Europa League-, poner contra las cuerdas al Chelsea en la Supercopa de Europa y clasificarse a octavos de final de la Liga de Campeones. Pero tan rendimiento en competición continental se vio perjudicado en un comienzo ligero decepcionante.
El conjunto groguet contaba con una de las plantillas más caras de su historia, con su entrenador que inversión ha necesitado y, por supuesto, sin olvidar su alto porcentaje de jugadores internacionales renovados. La racha no podía seguir, sobre todo tras haber perdido ante el Manchester United, Barcelona y Sevilla. Cómo dijo el famoso Luis Aragonés, había que ganar por lo civil o por lo criminal. Atalanta, Rayo Vallecano, Real Sociedad, Atlético Sanluqueño y Alavés disiparon una dinámica excesivamente negativa.
Hay goleadas, y goleadas
Es cierto que la victoria contundente por 5-2 ante el Alavés demostró la pegada que tenía el equipo, pero se percibió la sensación de que el disfrute había prevalecido al sufrimiento. Tocaba tener los ojos chiribitas como si de la mismísima cena de Nochevieja se tratase, sobre todo en un periodo complicado en el que los casos COVID por la variante Ómicron han llegado para alimentar al miedo.
¡Así ha vibrado la grada del Estadio de la Cerámica con los goles del Submarino! ¿Lo repasamos 🙌?#VillarrealLevante pic.twitter.com/X4JUzXkwIT
— Villarreal CF (@VillarrealCF) January 3, 2022
A disgustos por la anormalidad, buena fue la cena de Nochevieja, bien reflejada en un partido sobresaliente de los chicos de Unai Emery. Es cierto que el conjunto granota ha abierto el año deambulando en el pozo de la clasificación, pero el submarino dio una lección magistral de fútbol desde un Rulli que promovió una salida limpia de balón, transiciones ofensivas lentas a base de toque y, sobre todo, buscando el gol al espacio.
Los oes debieron acechar en una afición que notó el empinamiento de su vello por el espectáculo de fútbol ofrecido. Cada gol simbolizaba cada copa de vino y cada pase y acción de presión alta efectiva demostraban como un buen cochinillo se digiere con una alegría indescriptible. Uno solo siente orgullo cuando se agarra a la fe para creer, también cuando sus creencias ofrecen un arte con carácter fugaz.
Imagen principal vía: VILLARREAL
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